Vie, 26 Abr 2024 12:03 PM

En lo que respecta a disciplina, la NPB nunca falla

 

   El caso del lanzador de los Gigantes de Yomiuri Satoshi Fukuda, quien recientemente fue descubierto apostando en partidos en los que participó su equipo, demuestra cómo a la NPB nunca le tiembla la mano a la hora de imponer disciplina.

 

   En diversas ocasiones anteriores ya hemos explicado cómo la armonía del grupo (wa, en japonés) es uno de los valores más preciados de la cultura del país y, como tal, es defendido celosamente.

 

   Cualquier falta de disciplina, por lo tanto, representa una seria amenaza para la estabilidad de esa armonía y es por eso que debe ser corregida inmediatamente después de su ocurrencia.

 

   Para que tengan una mejor idea de lo que estamos hablando, a continuación les presentamos un breve resumen de lo que ocurrió con Fukuda.

 

   Otro lanzador del equipo, Shoki Kasahara, presentó Fukuda a un contacto que trabaja en una compañía de impuestos el año pasado. Ese contacto invitó a Fukuda a apostar este año en el famoso Torneo Anual de Escuelas Secundarias de Koshien y éste, a pesar de ofrecer resistencia al principio, terminó accediendo.

 

   Fukuda pronto empezó a perder dinero y trató de recuperarlo apostando aún más, pero no lo logró. El contacto entonces lo invitó a apostar en partidos de la NPB como una manera de pagar sus deudas y éste aceptó, comenzando a principios de septiembre.

 

   Sus apuestas cubrieron casi todos los equipos de la liga, incluyendo a Yomiuri. La estrategia no tuvo éxito y al final Fukuda quedó debiendo alrededor de 10 mil dólares, que se vio incapacitado de pagar.

 

   En un intento de desentenderse del problema, cortó sus comunicaciones con el contacto, pero éste empezó a perseguirlo para cobrar su deuda, al punto de que el pasado 30 de septiembre se apareció en el Tokyo Dome preguntando por él.

 

   Fui así como el club descubrió el problema y dándose cuenta del enorme escándalo que eso causaría no dudó en actuar de inmediato para resolverlo.

 

   La gerencia se sentó con Fukuda, lo interrogó a fondo en relación al caso y le confiscó su teléfono celular para revisar todos los mensajes que intercambió con el contacto. Como éste no vio acción con el primer equipo de Yomiuri este año nunca tuvo la posibilidad de influenciar directamente los resultados de los juegos del conjunto, pero es posible que otros jugadores hayan estado envueltos.

 

   El mismo día que el problema salió a la luz pública, el club suspendió indefinidamente tanto a Fukuda como a Kasahara y además comenzó una investigación que no sólo se limita a ellos, sino también al contacto, de quien se está averiguando si tiene lazos con el crimen organizado, y a cualquier otra persona relacionada con el equipo que pudiera estar involucrada.

 

   Al día siguiente, el equipo notificó a la oficina del comisionado de la NPB de lo ocurrido y ésta creó un panel para investigar el asunto que se reunió por primera vez el 5 de octubre y que estableció un período estimado de un mes o un mes y medio para completar su trabajo.

 

   Las dos posibles sanciones para Fukuda, Kasahara y cualquier otro pelotero que haya estado relacionado al hecho ya se han hecho públicas: suspensión de por vida (si las apuestas fueron realizadas en juegos que pudieron ser arreglados) o suspensión indefinida (si las apuestas fueron realizadas en juegos que no pudieron ser arreglados).

 

   Tanto Fukuda como Kasahara ya comenzaron a pagar la segunda penalidad.

 

   Por si esto fuera poco, el resto de los equipos de la NPB de inmediato emitieron advertencias a sus jugadores al respecto y les recodaron las sanciones que podrían sufrir si fuesen descubiertos en una situación similar.

 

   Algunos de ellos incluso entregaron cuestionarios a todos sus miembros (tanto jugadores como entrenadores) para determinar su postura en relación al hábito de apostar y las sanciones que tal acto ameritan.

 

   Hasta el mismo gobierno japonés participó en la discusión, con varios de sus ministros manifestando públicamente su descontento con lo ocurrido y solicitando a la NPB acción inmediata para detener el problema.

 

   En los apenas 13 días que han transcurrido desde que estalló el escándalo, no sólo la NPB sino Japón en general ha hecho más para corregir el problema de lo que han hecho, por ejemplo, las distintas ligas deportivas de los Estados Unidos para resolver los diversos males que las han venido afectando desde hace años.

 

   El caso del jugador de fútbol americano Ray Rice ilustra claramente este punto. El famoso corredor de los Cuervos de Baltimore noqueó a su prometida durante una disputa entre ambos en un casino en Atlantic City en febrero de 2014 y la NFL se tardó nada menos que 5 meses en imponerle una sanción y sólo lo hizo después de que un video del incidente fuera publicado en Internet. Para colmo, la suspensión que recibió se limitó a sólo 2 juegos de la temporada regular.

 

   Así mismo, el problema de los esteroides en las Grandes Ligas ha sido incluso peor. A pesar de que muchos jugadores han dado positivo en pruebas antidopaje y han sido suspendidos por ello, la liga les ha permitido regresar luego a sus equipos y continuar sus carreras como si nada hubiese pasado, incluso cuando han arrojado resultados positivos en más de una ocasión.

 

   La NPB, por el contrario, nunca pierde el tiempo a la hora de hacer honor al viejo dicho local que estipula que “el clavo que sobresale será vuelto a clavar”.

 

   Dos de los cuatro jugadores que hasta ahora han dado positivo en una prueba antidopaje en Japón fueron despedidos de inmediato por sus equipos y a pesar de que la liga les impuso una sanción de apenas un año ninguno de los dos volvió a ver acción en el circuito.

 

   Otro caso que vale la pena mencionar es el del dominicano Máximo Nelson, a quien llegando a los entrenamientos primaverales de los Dragones de Chunichi en febrero de 2010 se le descubrió una bala en su equipaje de mano.

 

   La policía de Okinawa lo detuvo por 2 días para interrogarlo y la policía de Nagoya allanó de inmediato su casa en búsqueda de armas de fuego. Afortunadamente, nada sospechoso fue encontrado y el jugador fue dejado en libertad después de comprobar que no cargaba esa bala con alguna intención criminal, pero el equipo no dudó en suspenderlo por 3 meses y en advertirle que sería despedido si se veía envuelto en una situación similar en el futuro.

 

   Con todo esto no queremos decir que en Japón todo funcione bien y en los Estados Unidos no. Nada podría estar más alejado de la realidad. Ambos países tienen culturas muy distintas que facilitan o dificultan la resolución satisfactoria de un problema determinado, dependiendo de su naturaleza.

 

   La asociación de peloteros de las Grandes Ligas, por ejemplo, es tan poderosa que tiene la capacidad de negociar ciertas libertades para sus miembros que deben ser aceptadas por la liga y los dueños de sus equipos incluso si estos están en desacuerdo.

 

   Por muy correctas que sean sus ideas, ninguna de las partes puede imponer su voluntad unilateralmente sino que todo deber ser negociado.

 

   En Japón, por el contrario, los clubes son los que mandan y por lo general pueden imponer sus ideas sobre los deseos de los jugadores, cuya asociación es muy débil.

 

   Así mismo, en los Estados Unidos el sistema de justicia se basa ciegamente en la palabra escrita, incluso si la decisión final de una corte resulta ilógica, como en el caso del ladrón que ganó una demanda contra un restaurante de comida rápida luego de resbalarse y hacerse daño sobre una bebida que él mismo derramó mientras intentaba robar el local.

 

   En Japón ocurre todo lo contrario. El espíritu de la regla es el que prevalece, no la forma en que la misma está redactada. Por ejemplo, cuando la NPB impuso una suspensión de un año a esos dos jugadores que dieron positivo en sus pruebas antidopaje en 2008, ésta nunca solicitó a los equipos involucrados que anulara sus contratos, pero éstos tomaron la iniciativa de hacerlo convirtiendo la penalidad en una suspensión de por vida, ya que sin duda ningún otro conjunto de la liga se atrevería a contratarlos de nuevo.

 

   Repetimos, con esto no queremos decir que en Japón el sistema de justicia funcione mejor que en los Estados Unidos, pero lo que sí queremos destacar es que, a la hora de imponer disciplina, la NPB no pierde tiempo en actuar y eso, sin duda, debe ser celebrado.