Vie, 26 Abr 2024 00:28 AM

Shohei Otani es un digno heredero de Yu Darvish

   Cuando los Luchadores de Nippon Ham traspasaron a Yu Darvish a las Grandes Ligas a principios de 2012, decidieron retirar temporalmente el número 11 de su camiseta para honrar a quien continúa siendo el mejor lanzador de la historia de la franquicia.
 
   Su idea era mantener el número inactivo hasta que llegase al club un lanzador digno de utilizarlo y afortunadamente para ellos sólo tuvieron que esperar un año, porque a principios de 2013 decidieron dárselo al extraordinario novato Shohei Otani.
 
   El joven derecho de 1.93 metros de altura y 90 kilos de peso, que en ese momento sólo tenía 18 años, había activado todas las alarmas del béisbol japonés en el draft de 2012 al anunciar que no firmaría con ningún conjunto japonés sino que se iría a jugar directamente a las Grandes Ligas.
 
   Para no dejar lugar a dudas, convocó una rueda de prensa antes del evento para solicitarles públicamente a los 12 clubes de la NPB que no se molestaran en seleccionar su nombre en el sorteo ya que perderían su tiempo, él no firmaría sino con un conjunto de las mayores.
 
   La noticia cayó como un balde de agua fría a los equipos locales, ya que todos ellos estaban interesados en tratar de firmar a un joven talento que ya tenía 3 años deslumbrando al sistema colegial con su recta de 100 millas por hora y su increíble habilidad para conectar la pelota sobre la caja de bateo.
 
   Tanta era la calidad que demostraba en ambos roles que sus entrenadores no sabían qué hacer con él: convertirlo en un abridor a tiempo completo o en un jugador de posición a tiempo completo.
 
   Los representantes de los clubes japoneses en el draft, acostumbrados a honrar los acuerdos de palabra, decidieron respetar el deseo del joven atleta y no seleccionaron su nombre durante el sorteo, con una excepción: la de los oficiales de Nippon Ham.
 
   Éstos decidieron apostarlo todo por tratar de firmarlo y seleccionaron su nombre a última hora. Como nadie más lo hizo, ellos ganaron automáticamente los derechos exclusivos para negociar con él.
 
   Debido a la firmeza con la que Otani había declarado que se iría a los Estados Unidos, todos pensaron que Nippon Ham perdería su tiempo, pero al final terminaron convenciéndolo de quedarse en Japón y comenzar su carrera en la NPB.
 
   Dos cosas fueron claves para convencerlo durante las negociaciones. La primera, que su destino final seguiría siendo las Grandes Ligas, lo único que cambiaría sería el camino que tomaría para llegar hasta allá. La segunda, que le darían el uniforme número 11 que el club había retirado tras la partida de Darvish.
 
   Para el descontento general del resto de los equipos, que sintieron que Otani había sido deshonesto al declarar que sólo firmaría con un conjunto de Grandes Ligas, Nippon Ham se salió con la suya y firmó al cotizado jugador, al que premió de inmediato con una decisión que también causó revuelo en el béisbol japonés.
 
   Su manager, Hideki Kuriyama, decidió convertirlo en el primer lanzador-jugador de posición que ha visto acción en la NPB en décadas, para el descontento de la mayoría de los críticos, que consideraron que debería ser asignado a sólo una de las dos posiciones.
 
   A pesar de ello, Otani deslumbró a todos al jugar como el jardinero derecho titular del conjunto en el primer encuentro de la temporada e irse de 4-2, con un doble, un sencillo y una empujada, y después irse sin decisión tras permitir 2 carreras en 5 entradas completas en su primera apertura de la campaña.
 
   No obstante, los malos resultados del equipo, que terminó la temporada en el último lugar de la clasificación, y la falta de experiencia de Kuriyama utilizando a un jugador tanto de abridor como de bateador, terminó por restarle fluidez a su rendimiento sobre el terreno.
 
   Sus números finales del año no fueron espectaculares, pero sí respetables, considerando su juventud, su falta de experiencia al máximo nivel y, sobre todo, el hecho de que dividió su tiempo, sin un orden particularmente claro, entre el montículo y la caja de bateo.
 
   Como abridor, registró un récord de 3-0 en 11 aperturas, con 46 ponches en 61 entradas y 2 tercios, para una efectividad de 4.23. Como bateador, conectó 3 jonrones, 15 dobles, anotó 14 carreras y remolcó a 20 compañeros en 77 partidos, para dejar su promedio en .238.
 
   Por si esto fuera poco, también participó en la Serie de las Estrellas, en la que lanzó, bateó y remolcó una carrera, y en general causó una muy buena impresión entre críticos y fanáticos a lo largo del año debido a su indudable talento para jugar el deporte.
 
   Tal como le ocurrió a Darvish en su segunda temporada como profesional, en la que se convirtió en un miembro fijo de la rotación del club tras un primer año de pruebas, Otani también se ha asentado mucho más en su segunda campaña en la liga y sus números lo confirman de una manera contundente.
 
   Como abridor, tiene récord de 9-1 en 15 aperturas y 117 ponches en 97 entradas lanzadas, para una efectividad de 2.23, la segunda mejor de la Liga del Pacífico al momento de escribir estas líneas.
 
   Como bateador, tiene promedio de .282 en 52 juegos, con 5 jonrones, 11 dobles, 18 anotadas y 20 empujadas. La única razón por la que no aparece entre los líderes de su circuito en la mayoría de estas categorías es porque no reúne los turnos suficientes para hacerlo.
 
   Adicionalmente, volvió a ser electo para participar en la Serie de las Estrellas de esta temporada y si bien sólo vio acción como lanzador, le sacó el máximo provecho a su aparición al convertirse en el segundo abridor más joven (20 años y 0 meses) de la historia en anotarse la victoria en un encuentro del evento.
 
   Salvo que una lesión grave le impida jugar el resto de la temporada, es muy probable que alcance las 10 victorias este año, lo que representa una meta de mucha importancia para los lanzadores novatos en Japón, y que incluso supere los 12 triunfos que registró Darvish en su segundo año como profesional.
 
   Como Nippon Ham está registrando una campaña bastante consistente y es probable que clasifique a la postemporada, también es muy posible que Otani sea designado para abrir uno de esos juegos e incluso para lanzar en la Serie de Japón, si el club logra avanzar a la misma.
 
   Si eso llegase a ocurrir, seguiría fielmente los pasos de Darvish, quien con 20 años fue el abridor del primer juego de la Serie de Japón de 2006 ante los Dragones de Chunichi.
 
   Todavía queda mucho camino por recorrer en la presente campaña y en la carrera de Otani en general, pero no se puede negar que está cumpliendo –y quizás sobrepasando– con las expectativas que se tenían de él y, sobre todo, que se trata de un digno heredero del número 11 que Darvish dejó vacante cuando se fue a las Grandes Ligas en 2012.
 
   Es posible que Nippon Ham le haya ofrecido ese uniforme a Otani simplemente como un truco para convencerlo de firmar con el equipo, pero la decisión no podría haber sido más acertada ni arrojado un mejor resultado.
 
   En 3 o 4 años más, cuando llegue el momento de traspasarlo a las Grandes Ligas a través del Sistema de Traspasos, es muy probable que su transferencia supere las ya exorbitantes cifras vistas en los casos de Darvish o, más recientemente, Masahiro Tanaka.
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