Vie, 26 Abr 2024 01:13 AM

Después de 9 años, Japón sigue dando el ejemplo

   Ya han pasado 9 años desde que los japoneses decidieron convertir a su selección nacional de béisbol en una compañía independiente y a pesar del enorme éxito que han tenido con ese proyecto ningún otro país del mundo ha intentado siquiera tomar nota de su acertada estrategia.

 

La selección japonesa está constantement activa

 

   El plan original fue tan simple y exitoso que no ha cambiado hasta ahora: mantener al equipo constantemente activo para, por una parte, ayudarlo a llegar en óptimas condiciones a todos sus torneos internacionales, y por la otra, generar dinero a través de la captación de patrocinadores y la venta de derechos televisivos y productos relacionados al conjunto.

 

   Desde entonces, el llamado Equipo Samurai derrotó a un combinado de estrellas de la MLB en 2014, llegó a semifinales del torneo Premier 12 de 2015, llegó a semifinales del Clásico Mundial 2017, superó a otro combinado de estrellas de la MLB en 2018, ganó el torneo Premier 12 de 2019 y ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos en 2021.

 

   Por si eso fuera poco, disputó partidos amistosos contra Taiwán en 2013, un combinado de estrellas europeas en 2015, Taiwán, México y Holanda en 2016, Australia y Taiwán en 2018, México y Canadá en 2019 y disputará 2 más esta semana ante Australia en el Sapporo Dome.

 

   Tal nivel de actividad, y ante rivales de tanta calidad, sin duda le ha permitido al conjunto nipón realizar pruebas de todo tipo, desarrollar apropiadamente a sus peloteros más jóvenes y mantenerse en plena forma para todos sus torneos, en los que sigue siendo protagonista una y otra vez.

 

   No deja de sorprendernos, por lo tanto, que después de 9 años y tanto éxito ningún otro país haya intentado siquiera tomar nota de lo que han hecho los japoneses hasta ahora, o al menos mejorar la organización y calidad de su propia selección nacional.

 

   Latinoamérica, por citar el ejemplo más cercano a nosotros, se beneficiaría enormemente de copiar o imitar de alguna manera el modelo de trabajo japonés, no sólo desde el punto de vista deportivo sino también del comercial.

 

   La cercanía geográfica entre países como México, República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela no sólo permitiría la celebración de partidos amistosos entre ellos con la misma frecuencia que lo hacen los nipones, sino incluso la celebración de un torneo regional de selecciones nacionales.

 

   Con la popularidad que disfruta el béisbol en esa naciones, una competencia regional celebrada cada 4 años entre el torneo Premier 12 y el Clásico Mundial de Béisbol sin duda sería un gran éxito, no sólo deportivo sino también comercial.

 

Un torneo de naciones de las Américas sería un éxito

 

   Si, además, la lista de participantes se extendiera para incluir a Cuba, Panamá, Nicaragua, Colombia, Brasil, Estados Unidos y Canadá, entonces el evento atraería a más patrocinadores todavía y eso aumentaría la calidad del mismo.

 

   Sin embargo, eso no es lo que hemos visto hasta ahora. Nuestras selecciones nacionales, fieles a sus malas mañas de hacer todo a última hora e improvisar sus planes para competir en distintos torneos, siguen sin tomar las medidas necesarias para mejorar como organizaciones.

 

   Tomemos el ejemplo de la República Dominicana. Después de ser eliminada en las ediciones de 2006 y 2009 del Clásico Mundial, logró ganar invicta la cita de 2013 con un equipo de ensueño que supo enfrentar cada partido con la madurez necesaria para ser campeón.

 

   Luego de conseguir una hazaña de esa magnitud, se hubiese pensado que el equipo ascendería a un nivel organizacional superior. Es decir, que se prepararía mejor para cada torneo con la intención de mantener el éxito recién obtenido.

 

   ¿Qué ha ocurrido desde entonces? Lamentablemente nada. Su situación no ha cambiado en lo absoluto. Sus costumbres de hacer todo a última hora e improvisar sus planes de preparación para cada torneo se mantienen tan vigentes como siempre.

 

   Y con esto no queremos dejar mal a los dominicanos ni nada por el estilo. Esos mismos errores los cometen también, como si se tratasen de males hereditarios, México, Venezuela, Puerto Rico, Cuba y el resto de las selecciones latinoamericanas.

 

   Es cierto que Japón es un país rico y que la existencia de innumerables patrocinadores dispuestos a invertir millones de dólares para respaldar a su combinado nacional facilita mucho las cosas para el Equipo Samurai, pero eso no quiere decir que sea imposible para nosotros hacer algo similar.

 

   Incluso sin la presencia de sus estrellas de las Grandes Ligas, cualquier torneo regional de béisbol que incluya a Cuba, Puerto Rico, México, Venezuela, Estados Unidos, Canadá y la República Dominicana siempre tendrá garantizado buenos niveles de audiencia.

 

   Todo es cuestión de saber organizarse y, sobre todo, de querer hacerlo. De tomarse la molestia de tocar puertas, discutir planes, calcular costos, realizar invitaciones, alquilar estadios, hablar con patrocinadores y planificar una adecuada cobertura mediática para el evento.

 

Canadá sería un anfitrión ideal para un torneo de las Américas

 

   Canadá, por ejemplo, sería un anfitrión ideal para un torneo de este tipo. Su estabilidad económica y política le permitiría ser la sede continua de todas las ediciones del mismo, tal como Estados Unidos y Japón son siempre sedes del Clásico Mundial.

 

   Así mismo, el país cuenta con varios posibles patrocinadores que podrían ayudar al evento a dar sus primeros pasos y con los estadios techados necesarios para poder celebrarlo, ya sea en marzo o noviembre, que serían las fechas tentativas para llevarlo a cabo.

 

   La Serie del Caribe, por citar un ejemplo, siempre ha sido un evento exitoso desde el punto de vista mediático. A los fanáticos de la región les ilusiona mucho ver a sus equipos participar en la cita y no dudan en celebrar por todo lo alto el triunfo de sus selecciones en la misma.

 

   No obstante, el torneo siempre ha tenido problemas financieros. Es casi un milagro que logre celebrarse cada año, no sólo por la falta de patrocinadores sino también por la estabilidad política de los países en los que se celebra.

 

   Es por eso que la idea de tener a Canadá como la sede permanente de un torneo regional cobra tanto sentido. Repetimos, no sólo por la estabilidad política sino también por su poderío económico y su capacidad para atraer a patrocinadores internacionales.

 

   Por supuesto, cada país tendría que poner su granito de arena para poder convertir esa idea en realidad. Eso significa organizar mejor a sus selecciones nacionales y asegurarse de convencer a los mejores jugadores que tengan disponibles de participar en el evento.

 

   Lo más probable es que la MLB no le permita a sus jugadores ver acción en el mismo, pero si cada país se asegura de reclutar a todos aquellos peloteros que acaban de salir de ese circuito o están jugando en sus ligas menores, eso contribuiría mucho al éxito del mismo.

 

El respaldo de la CMBS será clave para el éxito de un torneo de las Américas

 

   El torneo podría asociarse además con la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol para que sus resultados se tomen en cuenta para el ránking internacional de cada selección y para que el título de campeón de las Américas sea reconocido de manera oficial.

 

   No será nada sencillo que un proyecto como este se haga realidad, pero sin duda será imposible lograrlo si ni siquiera se intenta organizarlo. Ese siempre ha sido nuestro mayor pecado: la falta de iniciativa y ambición para hacer las cosas.

 

   Mientras que Japón tiene ya 9 años adhiriéndose a un plan que le ha dado muchos frutos, nosotros seguimos sentados esperando que las cosas nos caigan del cielo y sólo comenzamos a movernos cuando ya casi se nos acaba el tiempo para hacer lo que tenemos hacer.

 

   No cabe duda de que el modelo japonés no puede ser adoptado de manera exacta por las selecciones latinoamericanas debido a lo distintas que son las realidades políticas y económicas de ambas regiones, pero insistimos, eso no quiere decir que no podamos utilizar algunas de sus ideas y crear un modelo propio que nos dé buenos resultados.