Vie, 26 Abr 2024 07:11 AM

El mal año de la pelota pequeña en la NPB

   Desde que llegó a su país en 1870 los japoneses siempre han jugado el béisbol de fundamento, de toques de sacrificio, de robos de base, de buena defensa y buen pitcheo, ese que los norteamericanos llaman “pelota pequeña”.

 

   Tal es el amor, respeto y apego que tienen a ese estilo de juego que a menudo lo practican hasta sus últimas consecuencias, como cuando realizan un toque de sacrificio con un out o dan un boleto intencional a un bateador cuyo promedio es .188.

 

   A todos los que hemos nacido, crecido y aprendido a jugar béisbol en Occidente, esto siempre nos parecerá extraño. Para nosotros, la pelota pequeña es una herramienta más para practicar el deporte, pero no la única, por lo que constantemente la ignoramos en favor del juego de porcentajes o del poder del bateador de turno.

 

   Sin embargo, lo curioso del asunto es que ese estilo de juego le funciona a los japoneses. Gracias a él han ganado muchos títulos, no sólo nacionales sino también internacionales, como las dos primeras ediciones del Clásico Mundial de Béisbol.

 

   De manera que cuando nosotros los occidentales expresamos nuestro desacuerdo en relación a una táctica particular que utiliza algún equipo japonés durante un partido, nuestra opinión simplemente se reduce a eso, una opinión, porque la misma nunca logrará convencer a los nipones de jugar de otra manera.

 

   Traemos todo esto a colación porque luego de echarle una mirada a las estadísticas actuales de los 12 clubes de la NPB nos dimos cuenta de algo muy curioso. Por primera vez en muchos años los números muestran, de manera flagrante, que la pelota pequeña no ha tenido éxito en su intento de ayudar a los equipos de la liga a derrotar a sus rivales.

 

   Numerosos estudios realizados a lo largo de los años ya han demostrado con contundencia la inutilidad del toque de sacrificio, que en la NPB se utiliza en exceso, como táctica para producir carreras, pero en esta ocasión notamos algo distinto, algo mucho más claro que eso.

 

   El caso de las Águilas de Rakuten es el que más nos llama la atención. El conjunto de Sendai es segundo en toda la NPB en bases robadas con 104, cifra que le permite superar por un 24 por ciento en ese departamento al conjunto más ganador de la liga, los Halcones de SoftBank.

 

   No obstante, a pesar de su velocidad, sus toques de sacrificio y su pelota pequeña, Rakuten posee el total más bajo de carreras producidas en todo Japón: 391, nada menos que 27 por debajo del penúltimo lugar y un abismal 164 por debajo de los dos primeros.

 

   Como consecuencia, el club está en el quinto lugar de la clasificación de la Liga del Pacífico y sus posibilidades de avanzar a la postemporada son casi inexistentes.

 

   Su cuerpo de lanzadores no es el mejor, pero tampoco es el peor del circuito, por lo que al final la razón de su mal desempeño es muy clara: su falta de ofensiva. Su promedio de .243 es el más bajo de la NPB y su total de jonrones (72) es el tercer peor de la liga.

 

   La moraleja de esta historia es simple. Un club puede ser muy bueno jugando la pelota pequeña y, en este caso, superar por amplia ventaja a sus rivales en categorías como bases robadas, pero salvo que cuente con una ofensiva capaz de sacar provecho de esas tácticas nunca podrá ganar sus partidos.

 

   El dominicano Wily Mo Peña, que fue contratado para ser el cuarto bate del equipo poco antes de empezar la temporada, representa un buen ejemplo de esta situación.

 

   Luego de conectar 32 jonrones y remolcar 90 carreras el año pasado, todos esperaban que se convirtiese en líder ofensivo de Rakuten esta campaña, pero lamentablemente ese no ha sido el caso.

 

   Si bien su promedio ha mejorado mucho (de .255 a .276), al igual que su habilidad para correr las bases, su producción ofensiva ha decaído drásticamente. A la fecha de hoy, apenas cuenta con 14 cuadrangulares y 34 empujadas en su haber, cifras que le dan una proyección de 18 y 43, respectivamente, para finales de año.

 

   El caso de los Gigantes de Yomiuri es más dramático aún. El popular conjunto de Tokio lidera la NPB con una efectividad de 2.83, que es nada menos que 22 centésimas inferior a la del segundo mejor en ese departamento, pero a pesar de ello apenas se encuentra en el tercer lugar de la clasificación de la Liga Central y sólo está 2 juegos por encima de .500.

 

   La razón es muy sencilla: su falta de ofensiva. Yomiuri comparte con Rakuten el peor promedio ofensivo de Japón (.243) y si bien sus totales de jonrones y bases robadas son decentes, su falta de contacto en los momentos claves amenaza con dejarlo fuera de la postemporada por primera vez en su historia.

 

   Su ofensiva ya había estado nefasta el año pasado, pero su buen pitcheo, su buena ejecución de la pelota pequeña y la total inhabilidad de sus rivales para sacar provecho de la situación, permitió al club capturar su tercer título de liga consecutivo.

 

   Pero como ya lo explicamos al principio, las cosas han cambiado este año. Ya la pelota pequeña no es suficiente, ya se ha hecho evidente que la ofensiva debe mejorar de manera considerable si se aspira a volver a ganar.

 

   Los números actuales del equipo en ese departamento son realmente alarmantes. Sólo dos de sus titulares califican para el título de bateo y el mejor de ellos apenas promedia .283. El otro batea para .242.

 

   Los máximos jonroneros apenas poseen 13 estacazos en su haber, mientras que el máximo remolcador sólo cuenta con 59 carreras producidas. El segundo mejor apenas totaliza 43.

 

   Con una ofensiva tan débil como esa, resulta sorprendente que el club esté en puestos de postemporada en este momento cuando podría estar con facilidad en el foso de la clasificación.

 

   En lo que a deportes de equipo se refiere, siempre se dice que quien no defiende no puede ganar, sin importar lo buena que sea su ofensiva. Pues lo contrario, a pesar de que casi nunca se menciona, también aplica: sin ofensiva no se puede ganar, independientemente de lo extraordinaria que sea la defensa.

 

   Este año ha sido tan atípico en el béisbol japonés que incluso los conjuntos con mejor ofensiva son los que están triunfando, a pesar de que sus defensas y su ejecución de la pelota pequeña no han sido las mejores.

 

   Los Leones de Seibu representan el mejor ejemplo de ello. El conjunto de Tokorozawa comparte con SoftBank el liderato de carreras producidas de la NPB (555) y posee además el segundo mejor promedio (.264), pero también registra el segundo total más alto de carreras permitidas (511) y la segunda peor efectividad del país (3.69).

 

   El resultado es que el equipo está en el tercer puesto de la clasificación de la Liga del Pacífico y parece encaminado a avanzar a la postemporada luego de quedar eliminado el año pasado.

 

   Otro buen ejemplo es el de las Golondrinas de Yakult, que ocuparon el foso de la tabla de la Liga Central en las dos últimas temporadas pero este año han ascendido al segundo puesto y están luchando por el título de liga gracias a su gran ofensiva.

 

   Al momento de escribir estas líneas, lideran su circuito en carreras producidas (500) y promedio (.260) y son terceras en jonrones (91), además de contactar con el mejor bateador, el líder jonronero y el líder de empujadas de la liga.

 

   También podrían mencionarse los ejemplos de los Luchadores de Nippon Ham, que poseen el segundo total más alto de carreras producidas en Japón (535), y SoftBank, que cuenta con el primero (555), pero en ambos casos se trata de divisas muy equilibradas en todas sus filas, por lo que no se puede decir que sus éxitos se deban sólo a sus ofensivas.

 

   Insistimos en que la pelota pequeña está tan arraigada en Japón que este año atípico, en el que las ofensivas de los equipos han tomado protagonismo, difícilmente logre afectar esa filosofía en el futuro. Todo lo contrario, lo más probable es que las ofensivas vuelvan a decaer y el béisbol de fundamento regrese al primer plano.

 

   La mejor prueba de ello ya la tenemos enfrente: el caso de los Tigres de Hanshin, que lideran la clasificación de la Liga Central a pesar de tener el peor total de carreras producidas (418), el segundo peor promedio (.249)  y la segunda peor efectividad (3.63) de todo el circuito.

 

   Habrá quienes digan que la pelota pequeña es el secreto de su éxito, pero nosotros creemos que se trata más bien de oportunismo, de dar el batazo correcto en el momento apropiado y de lanzar bien en los partidos claves, además de suerte y la increíble falta de competitividad de sus rivales.