Vie, 26 Abr 2024 12:56 PM

El juego de libro hasta sus últimas consecuencias

   Quizás la mayor diferencia que notamos los occidentales cuando entramos en contacto con el béisbol japonés es la manera en que el deporte en ese país es practicado, hasta sus últimas consecuencias, obedeciendo las reglas del libro no escrito del juego.
 
   Mientras que en occidente se juega siguiendo la lógica y las leyes de las probabilidades y se busca comenzar un rally que produzca un racimo de varias carreras que asegure la victoria, en Japón se juega de acuerdo a las reglas clásicas del deporte, como el toque de bola para avanzar a los corredores o el squeeze play para remolcar una carrera, sin prestar atención a las probabilidades.
 
   Como en tantas otras cosas de la vida diaria, en Japón la forma y el método son más importantes que el resultado en sí. En otras palabras, el fin no justifica los medios. Ganar sin respetar las estrategias tradicionales no tiene mérito, mientras que perder respetándolas es considerado honorable.
 
   Citemos un ejemplo reciente para explicar mejor la idea. Es el cierre del octavo capítulo del partido entre los Leones de Seibu y los Gigantes del Yomiuri disputado el pasado 18 de junio en el Tokyo Dome. Yomiuri gana 2-1 y con un out en la pizarra el venezolano Alex Ramírez viene a batear.
 
   Ramírez conecta un sencillo al jardín central y es reemplazado inmediatamente por un corredor emergente. Con un marcador tan cerrado y un duelo de lanzadores en plena acción, es mejor tratar de producir una carrera más para asegurar el triunfo. Se trata de una movida lógica, todo luce normal hasta el momento.
 
   Consecuentemente, el manager de Yomiuri, Tatsunori Hara, ordena el toque de bola para avanzar el corredor a segunda base a pesar de que ya hay un out en la pizarra y de que el bateador de turno, Hisayoshi Chono, que es el quinto en la alineación, promedia .324 y ya ha conectado un jonrón en el partido.
 
   Saquen sus propias conclusiones acerca de esta decisión, sobre todo tomando en cuenta que el bateador que sigue es Michihiro Ogasawara, que está atravesando un momento de forma terrible y apenas batea para .188.
 
   El toque de bola es exitoso. El corredor emergente avanza a segunda, hay dos outs en la pizarra y Ogasawara, en la plenitud de su mal momento, se para en la caja de bateo esperando que ocurra un milagro que le permita empujar la carrera de la tranquilidad.
 
   El manager de Seibu, Hisanobu Watanabe, quien hasta ahora ha estado presenciando como Yomiuri lo ayuda a cerrar la entrada sin mayores problemas, decide demostrar que él también sabe de estrategias y ordena un boleto intencional con el objetivo de ocupar la primera base y aumentar sus opciones para sacar el último out del inning, sin importar que el bateador de turno promedia .188 y que el que le sigue promedia .224 y ya ha conectado un sencillo en el encuentro.
 
   Hara, jugando otra vez por el libro y esta vez con acierto, trae a un bateador emergente que promedia .303 y que, siguiendo las reglas de las probabilidades, conecta un imparable al jardín derecho. El famoso manager hubiese quedado como un maestro de la estrategia si no fuese por el hecho de que el corredor emergente que estaba en segunda base sólo pudo avanzar hasta tercera con el batazo.
 
   Tratando de salvar el inning, Hara recurre al libro una vez más y trae a un bateador zurdo a enfrentar al lanzador derecho, sin importar que el bateador que sacó promedia .226 y el que trajo apenas batea para .191.
 
   Watanabe, por su parte, decide apelar al mismo libro para decidir su próxima movida y trae a un relevista zurdo a enfrentar al nuevo bateador con la esperanza de acabar con la “amenaza” de Yomiuri.
 
   El relevista zurdo cumple con su trabajo y poncha en tres lanzamientos al bateador emergente rival, que dejó el marcador tal cual como estaba al principio del medio capítulo después de tanta tensión y tamaño despliegue de estrategias beisbolísticas.
 
   Desde el punto de vista occidental, esta media entrada representa un excelente ejemplo para enseñarles a los estrategas novatos cómo dirigir un partido de béisbol: no ordenes un toque de sacrificio con un out porque vas a matar el inning, no pongas a tocar la bola a un quinto bate que promedia .324, no le des un boleto intencional a un bateador que promedia .188, un corredor emergente que está en segunda debe salir a correr con el batazo cuando hay dos outs y debe anotar o morir en el intento cuando ese batazo es un sencillo de rutina al jardín derecho.
 
   Pero como explicamos al principio de este artículo, así no se juega el béisbol en Japón. El respeto a las tradiciones y las estrategias tradicionales es más importante que el resultado en sí. Hara, en vez de ser considerado como un demente por sus decisiones es más bien venerado por sus compatriotas por haber cumplido con su deber.
 
   El hecho de que ignoró la lógica y las probabilidades no tiene mayor importancia, lo que sí tiene mérito es que hizo todo lo posible por producir una carrera de la manera tradicional aun cuando haya fallado en el intento.
 
   El béisbol japonés está lleno de este tipo de anécdotas que todavía hoy, a pesar del notable avance en la calidad del juego que practica, se pueden ver en cualquiera de los juegos de ambas ligas.
 
   No tenemos espacio suficiente en esta columna para reseñar las anécdotas de este tipo más interesantes de la historia de la NPB, pero sí queremos contarles la que más nos gusta.
 
   Ocurrió en un encuentro a finales de los años 70 en el que participó el norteamericano Leron Lee, que fue protagonista y principal testigo de una jugada que él mismo describe como la más extraña que haya visto en un partido de béisbol.
 
   Lee está en tercera base en un encuentro que su equipo pierde por una carrera en el octavo episodio. Las bases están llenas, hay un out y el bateador tiene cuenta de 3-2. El manager del equipo atacante está tan preocupado por evitar un doble play que le ponga fin a la entrada que ordena un squeeze play. Una apuesta arriesgada, piensa Lee, pero que podría producir la carrera del empate.
 
   El manager del equipo contrario capta la seña y ordena una bola intencional con el objetivo de sacar out al corredor que viene de tercera, sin tomar en cuenta que el bateador de turno tiene cuenta de 3-2 y que las bases están llenas. En palabras del propio Lee esa decisión hubiese sido la más estúpida jamás tomada en la historia del deporte si no hubiese sido por el hecho de que el bateador, que estaba tan concentrado en realizar su trabajo, se olvidó de la cuenta que tenía y trató de tocar la bola mala. Para su mala fortuna, falló, se ponchó y Lee fue sacado out corriendo desde tercera. Doble play, final de la entrada.
 
   Lee y su hermano Leon, que jugaba en el mismo equipo, discutieron la jugada por horas y no pudieron llegar a ninguna conclusión. No encontraron la manera de decidir si esa fue la jugada más estúpida de todos los tiempos, o la más inteligente. ¿Ustedes que piensan?
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