Vie, 26 Abr 2024 06:48 AM

Las lecciones de Kobe

   Aunque parezca difícil de imaginar, Japón ya ha pasado varias veces por un problema similar al que está enfrentando ahora a consecuencia del devastador terremoto del pasado 11 de marzo y del tsunami que lo siguió, si bien no con la misma intensidad.
 
   El mejor ejemplo que se nos viene a la mente, por su magnitud y su relación directa con el béisbol, es el terremoto de 6,8 grados que azotó a Kobe el 17 de enero de 1995. Conocido como el Gran Terremoto de Hanshin, su epicentro tuvo lugar a sólo 20 kilómetros de la ciudad y prácticamente la dejó en ruinas.
 
   Afortunadamente para los habitantes del área, aquel sismo no trajo consigo ningún tsunami ni tampoco creó una crisis nuclear, pero sí causó cuantiosos daños materiales y reclamó la vida de 6.434 personas, según las cifras oficiales.
 
   No obstante, a pesar de la severidad de la tragedia la ciudad de Kobe se levantó de sus cenizas en tiempo récord. Como el terremoto ocurrió 10 semanas antes del inicio de la temporada de béisbol, ésta pudo comenzar a tiempo y la actuación del equipo local, la Ola Azul de Orix (hoy Búfalos de Orix), contribuyó enormemente a levantar el ánimo de los habitantes de la ciudad.
 
   Guiados por el inigualable Ichiro Suzuki, quien estaba en camino a obtener el tercero de sus siete títulos de bateo consecutivos, el conjunto de Orix dominó las acciones de su circuito durante toda la campaña mostrando el eslogan “Gambare Kobe” (¡Ánimo Kobe!) en las mangas de sus uniformes para capturar su primer título de liga en 17 años.
 
   Al final, la temporada perfecta no pudo completarse ya que Orix cayó ante las Golondrinas de Yakult en la Serie de Japón, pero la ciudad no tuvo que esperar mucho antes de poder celebrar un título nacional ya que al año siguiente su equipo ganó de nuevo el título de la Liga del Pacífico y posteriormente la Serie de Japón, nada menos que ante los Gigantes de Yomiuri.
 
   En diciembre de 1995, el centro de Kobe organizó un festival de luces llamado “Kobe Luminaire” en conmemoración a las víctimas del terremoto y también como símbolo del resurgimiento de la ciudad y desde entonces no ha parado de celebrarlo. Se estima que entre 3 y 5 millones de personas asisten al evento cada año.
 
   En lo personal, la primera visita que hice a Japón fue precisamente a Kobe en enero de 1999, apenas 4 años después del terremoto, y puedo dar fe de que en ese momento el único rastro que observé de algún desastre natural que haya afectado a la ciudad fue una falla de terreno que dejó el sismo en la Isla Awaji, al sur de Kobe, sobre la cual se construyó un museo conmemorativo del incidente.
 
   Salvo eso, todo lo demás estaba ya reconstruido y reorganizado. El centro de la ciudad, incluyendo el edificio de la alcaldía, estaba impecable y todas las líneas de trenes y las autopistas que habían colapsado a causa del sismo ya estaban en funcionamiento. Incluso el puente Akashi-Kaikyo, que une a la Isla Awaji con Kobe y que consituye una joya arquitectónica en su estilo, fue terminado sin mayores inconvenientes en 1998.
 
   La intensidad del terremoto del pasado 11 de marzo fue obviamente mayor que la del sismo de Kobe y la devastación que causó el tsunami que lo siguió fue mucho más severa, pero si de algo podemos estar seguros es que los habitantes de la región de Tohoku y la ciudad de Sendai se levantarán de sus cenizas y volverán a brillar tanto como antes, o incluso más.
 
   La reconstrucción de la zona llevará más tiempo que la de Kobe, pero se completará satisfactoriamente como ya ocurrió en Tokio después del peor terremoto en la historia del país en 1923, en Hiroshima y Nagasaki después de la Segunda Guerra Mundial y en Kobe después de 1995.
 
   Algo que ya alimenta el optimismo en la ciudad de Sendai es la calidad de su equipo, las Águilas de Rakuten, que se reforzó muy bien durante el descanso invernal y sin duda aspira a clasificar a la postemporada este año.
 
   El experimentado manager Seiichi Hoshino, quien se ha caracterizado en su carrera por elevar equipos modestos al más alto nivel, ha tomado las riendas del equipo luego de que el estratega norteamericano Marty Brown lo dejase en el último lugar la temporada pasada.
 
   Adicionalmente, los ex-grandeligas Kazuo Matsui y Akinori Iwamura firmaron con el club y buscarán reavivar sus respectivas carreras luego de su modesto paso por la Gran Carpa. Así mismo, el lanzador Hisashi Iwakuma, quien no llegó a un acuerdo con los Atléticos de Oakland en noviembre para irse a jugar a los Estados Unidos, está de vuelta y buscará convertirse de nuevo en uno de los mejores serpentineros del país.
 
   El club ya cuenta con otros dos buenos abridores, Masahiro Tanaka y Satoshi Nagai, quienes garantizarán la consistencia del equipo desde la lomita, y también con el jardinero Teppei Tsuchiya, quien ganó el título de bateo de la Liga del Pacífico en 2009 y continuará siendo uno de los pilares ofensivos de la franquicia.
 
   El Estadio Kleenex de Sendai, sede de las Águilas, sufrió daños menores durante el terremoto y podrá albergar juegos dentro de un período de tiempo relativamente corto. No obstante, la ciudad necesita más tiempo para recuperarse, por lo que habrá que esperar quizás hasta mediados de campaña o incluso más para ver un juego del equipo en su ciudad sede. Sea cual sea el momento en que ocurra, sin duda será muy emotivo.
 
   Mientras tanto, los Búfalos de Orix, conocedores como nadie de las necesidades que se atraviesan tras un desastre natural como éste, le han prestado su estadio en Kobe, el Hotto Motto Field (conocido hasta el año pasado como el Estadio Skymark), a Rakuten para que realice allí sus juegos como local hasta que pueda volver a jugar en Sendai. Los Tigres de Hanshin y los Halcones de SoftBank también han ofrecido sus respectivos estadios a las Águilas en caso de que el Hotto Motto Field esté ocupado con alguna otra actividad.
 
   Con el inicio de los juegos de la Liga del Pacífico pospuesto hasta el 12 de abril, lo único que nos queda hacer en estos momentos es prepararnos para el inicio de una campaña que promete muchas emociones y desearles la mejor de las suertes a las Águilas de Rakuten. ¡Gambare Sendai!
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