Lun, 20 May 2024 01:21 AM

¿Ha debido Latinoamérica boicotear el Premier 12?

 

   Si algo ha quedado claro con el reciente inicio del torneo Premier 12 de la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol (CMBS) es que la fecha del mismo no sólo desfavorece sino que además perjudica, como mínimo, a México, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela.

 

   Y como estos cuatro países representan nada menos que el 33 por ciento de todos los participantes del evento, nos preguntamos si no hubiese sido mejor que éstos boicoteasen el torneo en lugar de acceder a competir en inferioridad de condiciones.

 

   Puede que esta parezca una proposición drástica, pero cuando nos sentamos a analizar los pros y los contras de asistir al mismo nos parece que esos conjuntos están perdiendo más de lo que están ganando al saltar al terreno.

 

   El mayor perjuicio que notamos es la total y absoluta falta de respeto de la que están siendo víctimas, ya que la fecha del torneo, que coincide con las temporadas regulares de sus ligas locales, prácticamente los obliga a participar en el mismo con equipos de tercera categoría.

 

   Por un lado, no pueden contar con sus estrellas que ven acción en las Grandes Ligas debido a la negativa de este organismo a dejarlas asistir al torneo, mientras que por el otro, los mejores jugadores que tienen disponibles a nivel local están todos comprometidos con sus respectivos clubes de la liga nacional.

 

   Esto reduce sus opciones a aquellos peloteros que no pudieron asegurar contratos ni en Grandes Ligas ni en el circuito local y a las muy pocas excepciones que decidieron a asistir luego culminar su participación en una liga de verano, como el caso del venezolano Francisco Caraballo, quien vio acción este año con los Búfalos de Orix en Japón.

 

   En condiciones como éstas, ¿cómo se puede aspirar a hacer un buen papel ni mucho menos ganar un campeonato de alta categoría como éste? Si estos cuatro países fueran miembros poco relevantes de la comunidad internacional de béisbol, quizás pudiera entenderse que no se los hubiese tomado más en consideración.

 

   Pero este no es el caso, estamos hablando de cuatro pesos pesados del béisbol mundial, que además incluyen en sus filas a los actuales campeones y subcampeones (República Dominicana y Puerto Rico, respectivamente) del planeta.

 

   Para empeorar las cosas, la CMBS tuvo la mala idea de utilizar como estrategia de venta los buenos premios monetarios que ofrecerá el torneo, que pensaron convencerían a los jugadores de estos países a abandonar sus ligas y participar en el mismo.

 

   Decimos mala idea, porque está claro que los salarios que los peloteros cobran en las ligas de esas cuatro naciones son tan modestos que resulta obvio que ninguno de ellos está viendo acción en ellas por el dinero que ganan sino más bien por la pasión y el orgullo de representar a sus clubes.

 

   A simple vista, pareciera que la CMBS, luego de conocer la negativa de las Grandes Ligas a colaborar con su proyecto, decidió ignorar los intereses y las necesidades de casi todos los países invitados a participar en el evento para venderle su alma a la segunda mejor opción que tenía en términos de patrocinio: Japón.

 

   Como Japón estuvo a punto de boicotear todas y cada una de las ediciones del Clásico Mundial de Béisbol realizadas hasta ahora y lo más probable es que intente hacerlo de nuevo en 2017, la CMBS probablemente le ofreció acceder a todas y cada una de sus condiciones con el objetivo de asegurar su apoyo financiero.  

 

   Tradicionalmente, las quejas que han tenido los japoneses con respecto al Clásico Mundial han sido siempre las mismas. Por una parte, está el hecho de que el torneo se celebra en marzo e interrumpe los entrenamientos primaverales de sus clubes, a pesar de que este es un problema que afecta también a los equipos de las Grandes Ligas.

 

   Por la otra, está el descontento de saber que los jugadores de las Grandes Ligas reciben una mayor tajada de las ganancias del evento que sus pares japoneses, a pesar de que los últimos ganan más dinero individualmente que los primeros debido a que son muchos menos en número (los peloteros de la Gran Carpa ven acción en casi todos los equipos del torneo, mientras que sus pares de la NPB, salvo muy pocas excepciones, sólo juegan para Japón).

 

   Teniendo en cuenta ambos puntos, no es descabellado pensar que la CMBS haya accedido a celebrar el torneo en noviembre y a otorgarle a los japoneses la mayor tajada de las ganancias del mismo con el objetivo de obtener su apoyo financiero para celebrar el evento, a pesar de que tal posición claramente perjudica a la mayoría de los conjuntos participantes.

 

   A Corea del Sur y Taiwán les conviene esa fecha porque sus ligas se desarrollan de manera paralela con la de Japón, mientras que a Cuba, a pesar de interrumpir su liga local, siempre le agrada participar en cualquier competencia internacional en la que tenga la oportunidad de demostrar que es el mejor equipo del mundo.

 

   Sin embargo, para los cuatro países ya mencionados y quizás también para los otros cuatro que también están participando, estas no son las mejores condiciones para disputar un título internacional.

 

   Si ese es verdaderamente el caso, si la CMBS decidió más por el dinero que por tratar de realizar un torneo de gran calidad que continúe promoviendo la popularidad del béisbol alrededor del mundo, entonces su falta de visión ya parece haberle empezado a pasar factura, como se vio en la mediana asistencia del público japonés al partido inaugural (en el Clásico Mundial, esas entradas se hubiesen agotado rápidamente).

 

   Por si esto fuera poco, el comité organizador decidió cobrar una suma astronómica (500 mil dólares, según nos comentó un colega dominicano en Twitter) por los derechos televisivos para transmitir el mismo, por lo que Canadá y Cuba fueron los únicos dos países en el continente americano que terminaron comprándolos.

 

   Si tomamos en cuenta que 7 de los 12 países participantes en el torneo provienen de este continente, sin duda se trata de mala estrategia para tratar de cultivar su popularidad en el futuro. ¿Qué tan grande sería la popularidad del Mundial de Fútbol de la FIFA si sus partidos pudiesen verse por televisión en sólo 2 países del continente americano?

 

   Varios fanáticos ya nos han comentado a través de las redes sociales que en México, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela los medios le están prestando muy poca atención al evento y en realidad no podemos culparlos por eso.

 

   El torneo se favorece con sus presencias, que le otorgan credibilidad y prestigio al mismo, pero éstos en realidad no ganan nada con su participación, salvo el dinero que están recibiendo sus jugadores por asistir.

 

   Un país como Israel, por ejemplo, que cuenta con una liga de béisbol relativamente nueva, podría beneficiarse al participar en un evento como éste porque le haría mucha publicidad a su circuito y aumentaría su estatus dentro de la comunidad de países que practican el deporte, en especial sin da alguna sorpresa.

 

   Sin embargo, este no es el caso que las cuatro selecciones en cuestión, que no necesitan aumentar su prestigio o estatus ni mucho menos foguear a sus jugadores en competencias internacionales, debido a que éstos ya juegan en las Grandes Ligas, la NPB y otros circuitos de renombre del mundo.

 

   Por el contrario, esos conjuntos llevan todas las de perder al asistir al torneo en inferioridad de condiciones. Por eso es que nos preguntamos, ¿no hubiese sido mejor boicotearlo?

 

   Un boicot le hubiese hecho entender a la CMBS que si desea organizar un evento que cuente con su presencia, éste debe tomar en cuenta sus inquietudes y necesidades, no pasarles por encima en favor de otros.

 

   Al aceptar su participación bajo estas condiciones, no están sino ratificando un campeonato que no está haciendo nada por ellos. Por el contrario, si se hubiesen ausentado, el torneo se hubiese disputado igual, pero ya no sería el Premier 12 sino un enfrentamiento aleatorio entre selecciones internacionales de béisbol.

 

   Cuando las Grandes Ligas anunciaron la realización de la primera edición del Clásico Mundial de Béisbol, uno de los mayores problemas que tuvieron que enfrentar fue decidir el mejor momento para celebrarlo.

 

   Luego de estudiar cuidadosamente todas las posibilidades, se llegó a la conclusión de que marzo sería el mes más favorable para realizarlo, ya que la mayoría de los jugadores de los países participantes estarían disponibles para asistir al mismo en ese momento.

 

   Los organizadores incluso se tomaron la molestia de asignar a varias de las estrellas de su liga local (como Mike Piazza y Andruw Jones, que jugaron para Italia y Holanda, respectivamente, en 2006) a diversos conjuntos participantes con el objetivo de aumentar su nivel de competitividad, a pesar de que éstas hubiesen podido jugar fácilmente para la selección de los Estados Unidos.

 

   El razonamiento fue muy sencillo: mientras más competitivos sean los equipos, mejor será la calidad y el éxito del evento a nivel internacional. Desde el principio, la idea no fue otra que crear un evento que se pudiese equiparar al Mundial de Fútbol de la FIFA.

 

   Las Grandes Ligas hubiesen podido, con toda facilidad, prohibir a sus clubes que cedieran a sus jugadores extranjeros a sus respectivas selecciones nacionales con el objetivo de tratar de asegurar el triunfo del combinado de los Estados Unidos, pero ese no fue el caso.

 

   Por el contrario, se dedicaron a crear un verdadero mundial de béisbol, uno que contase con los mejores jugadores del planeta, y eso fue lo que lograron. El Clásico Mundial de Béisbol es, sin duda alguna, el mejor torneo de este deporte a nivel mundial.

 

   El Premier 12 nunca hubiese podido superarlo, pero al menos hubiese podido intentar convertirse en una opción alternativa de gran calidad para los fanáticos del béisbol. No obstante, ese no ha sido el caso, al menos hasta ahora.

 

   Hay que esperar a ver qué tanto éxito tendrá el torneo cuando culmine su primera edición el próximo 21 de noviembre, pero si la calidad de los juegos se limita al nivel que podemos deducir de los rosters de los equipos, nos tememos que el mismo no tendrá el impacto que en principio se pensó que podría tener.