Un fanático nos preguntó esta semana la razón por la cual los equipos de la NPB no construyen más estadios nuevos, como lo hicieron recientemente los Luchadores de Nippon Ham a las afueras de Sapporo y como ocurre con tanta frecuencia en las Grandes Ligas.
El de Nippon Ham es el primer estadio nuevo que se construye en Japón en 14 años
Ese es un tema que ya hemos tratado anteriormente en este mismo espacio, pero nunca está de más recordarlo. La respuesta es sencilla: los dueños de los conjuntos japoneses tienen escrúpulos, mientras que sus contrapartes de las Grandes Ligas no.
En los Estados Unidos, el dueño de un club de la MLB puede literalmente chantajear a la ciudad en la que está radicado el mismo para obligarla a construir un nuevo estadio de altísima categoría, pagado además con los impuestos de los habitantes locales.
En otras palabras, el equipo no corre riesgo financiero alguno, ni hace nada para ayudar a la construcción del mismo, pero al final se queda con casi todas las ganancias que genera el nuevo parque y hasta se da el lujo de no pagar impuestos de propiedad.
La promesa a la ciudad es siempre la misma: un nuevo estadio va a generar muchos empleos y va a revitalizar la economía de la zona, pero numerosos estudios han demostrado que eso no es cierto. Todo lo contrario, la ciudad y sus habitantes siempre pierden dinero con este tipo de proyectos.
Afortunadamente, la situación en Japón es completamente distinta. Primero, las grandes ciudades que tienen equipos profesionales ya no tienen espacio alguno en el que se pueda construir un estadio nuevo, por lo que de entrada ya es muy difícil llevar a cabo un proyecto de ese tipo.
Una opción sería destruir el estadio actual y construir uno nuevo en el mismo lugar, pero eso significaría que el club tendría que jugar fuera de su sede por 2 o 3 temporadas y eso simplemente no es viable para un equipo de béisbol profesional.
La otra opción sería convencer a los habitantes de una zona determinada de vender sus propiedades y mudarse a otro lugar, de manera de construir el estadio nuevo en ese sitio. Las propiedades en Japón pierden valor con el tiempo, de manera que comprarlas no costaría demasiado, pero lo que sí resulta casi imposible es que los vecinos acepten mudarse de una zona en la que ya están acostumbrados a vivir.
La construcción del Dodger Stadium sólo fue posible tras el desalojo forzado de comunidades pobres
En los Estados Unidos, lamentablemente, eso no es un problema. Las ciudades pueden desalojar forzosamente a comunidades pobres que viven en una zona determinada para construir un estadio ahí, como ocurrió en su momento con los Dodgers de Los Ángeles y como ha seguido ocurriendo desde entonces. Esa práctica es tan popular que tiene un nombre propio: “gentrificación”.
Volviendo a Japón, el otro gran obstáculo que enfrentan los dueños de los conjuntos locales es que ellos no tienen la ventaja de quedarse con todas las ganancias que generan sus estadios. Por el contrario, los dueños del mismo -por lo general la ciudad que lo construyó- se quedan con la mayoría de los ingresos.
De manera que convencer a las autoridades locales de construir un estadio nuevo sólo para ver cómo éstas se quedan con la mayoría de las ganancias del mismo no tiene sentido para los dueños de las franquicias, quienes incluso podrían perder dinero en el proceso.
El caso de los Luchadores de Nippon Ham representa una excepción a la regla. Su nuevo estadio fue construido en una zona que no estaba habitada, razón por la cual fue más sencillo convencer a las autoridades locales de darle el visto bueno al proyecto.
Sapporo es una de las mayores ciudades de Japón, pero se encuentra en una de las regiones menos habitadas del país y a las afueras de la ciudad todavía existen muchos espacios abiertos que no están habitados o cultivados.
Adicionalmente, el equipo está pagando la mayoría de los costos de construcción, de manera de poder quedarse también con la mayoría de los ingresos que genere el mismo. Esa fue, de hecho, la razón por la que decidió construir un estadio nuevo.
En su parque anterior, el Sapporo Dome, el monto que le tocaba pagar en alquiler era muy alto y además no ganaba nada por concepto de concesiones de comida o pancartas publicitarias, razón por la cual buscó mudarse a una instalación propia.
La NPB se beneficiaría mucho de la construcción de estadios nuevos, pero no es tan sencillo hacerlo
Casi todos los conjuntos japoneses tienen el mismo problema y la NPB, para ser sinceros, se beneficiaría mucho con la construcción de varios estadios nuevos, pero como mencionamos con anterioridad ya no hay espacio disponible para construirlos en las ciudades que actualmente poseen equipos.
Sin embargo, eso no quiere decir que no se pueda hacer algo para mejorar la situación. Las Estrellas de DeNA representan un excelente ejemplo de ello, después de realizar una toma amigable para convertirse en el accionista mayoritario del Estadio de Yokohama.
Una toma amigable es el proceso de comprarle, por un precio superior al que ofrece el mercado, la mayoría de las acciones al resto de los dueños del parque, de manera de convertirse en el accionista mayoritario del mismo y así quedarse con la mayoría de los ingresos que éste genera.
Después de completada esa operación, DeNA procedió a remodelar el parque para hacerlo más atractivo a los fanáticos y además aumentar su capacidad, de manera de sacarle provecho al considerable aumento de asistencia al mismo. Ya es casi la regla que el club reciba al menos 2 millones de fanáticos al año, cuando en el pasado apenas superaba el millón.
Las Águilas de Rakuten, por citar otro ejemplo, tomaron un viejo estadio de la ciudad de Sendai y lo remodelaron de una manera tan extraordinaria que hoy día es uno de los parques más agradables de visitar en todo Japón, por lo que esa estrategia es mucho más viable que construir un estadio nuevo.
De hecho, recientemente se hizo público un plan para destruir el Estadio Meiji Jingu de Tokio, uno de los parques con mayor historia en todo Japón, para construirlo de nuevo justo al lado de su ubicación actual y eso ha desatado una férrea oposición por parte de los habitantes locales.
Primero, porque el estadio tiene una historia demasiado importante como para ser destruido, y segundo, porque resulta obvio que se trata de un acuerdo entre unas pocas partes para ganar mucho dinero construyendo un nuevo centro comercial en la zona.
La excusa es que el estadio está decrépito -y eso es cierto-, pero la solución al problema no puede ser destruir el parque y una zona llena de naturaleza e instalaciones deportivas que fue construida originalmente en honor al Emperador Meiji.
El Meiji Jingu puede ser remodelado como lo fue recientemente el Estadio de Yokohama
La solución, como muchos críticos se han apresurado a señalar, es simplemente remodelarlo, como se ha hecho exitosamente con otros parques de mucha historia, como el Estadio Koshien de Nishinomiya y el Fenway Park de Boston y el Wrigley Field de Chicago en la MLB.
Algunas ciudades japonesas como Chiba, sede de los Marinos de Lotte, han discutido públicamente la posibilidad de construir un estadio nuevo y eso está bien cuando la iniciativa viene de las autoridades locales y no del equipo, pero la falta de espacio sigue siendo el principal obstáculo.
La gran diferencia entonces entre las Grandes Ligas y la NPB es que en el primer caso los dueños de los clubes no sólo chantajean a sus ciudades y las obligan a construir un estadio nuevo, sino que además se jactan de haberlo hecho y de todo el dinero que ganan con ello sin tener que compartirlo con nadie.
Los japoneses, por el contrario, jamás harían eso. En su cultura, la imagen es la clave del éxito de cualquier persona o compañía y si ésta se atreviese a jactarse públicamente de todo el dinero que le está sacando a la ciudad y sus habitantes, el rechazo público sería tan grande que colapsaría en cuestión de días.
En Japón, por cierto, los estudios sí demuestran que la llegada de un equipo de béisbol profesional a una zona particular tiene efectos muy positivos para la economía local, como ocurrió con la llegada de los Luchadores de Nippon Ham a Sapporo en 2004.
Es decir, la NPB, Japón y sus habitantes sí se beneficiarían mucho de la construcción de estadios nuevos y hasta de la expansión de la liga a 16 equipos. El problema es la falta de capital y de espacio para hacerlo. En las Grandes Ligas, por el contrario, los únicos que se benefician de ese tipo de proyectos son los dueños de los equipos, quienes para colmo se jactarían públicamente de ello.