Sáb, 05 Oct 2024 03:12 AM

La dificultad de la hazaña del venezolano Ramírez

   Perdido en la gran fiesta que desató este viernes la exaltación del venezolano Alex Ramírez al Salón de la Fama del béisbol japonés quedó un hecho que muy pocos se han molestado en mencionar: la enorme dificultad de su logro.

 

Ramírez fue exaltado al Salón de la Fama del béisbol japonés este viernes

 

   Muchas personas piensan que la NPB es una liga de baja categoría en la que cualquier pelotero de las Grandes Ligas puede llegar y conectar muchos jonrones, pero ese no es el caso, como tampoco es nada fácil ingresar al panteón de los inmortales de ese circuito.

 

   Para poder alcanzar el reconocimiento que el jardinero criollo acaba de ganarse no sólo hay que tener talento y consistencia, sino también una gran capacidad de adaptación y un excelente instinto para las relaciones públicas.

 

   Nuestro amigo y colega de la versión inglesa del Diario Yomiuri John Gibson, quien ha estado cubriendo la NPB por 30 años, nos explicó hace poco que Ramírez le ayudó a entender que el éxito de un pelotero no viene sólo de su talento.

 

   Es decir, todo el talento del mundo no sirve para nada si el jugador que lo posee no cuenta con la disciplina y la capacidad de adaptación necesarias para sacarle provecho al mismo en la liga en la que se encuentre en un determinado momento.

 

   Un error que cometen muchos importados que llegan a Japón es creerse superiores, especialmente si cuentan con experiencia previa en la MLB. Como piensan que no tienen nada que aprender, por lo general se niegan a hacerlo y como consecuencia fracasan en su intento de triunfar en el circuito.

 

   Lo que Ramírez sí entendió desde el principio es que para poder tener éxito en la NPB tenía que aprender a adaptarse al estilo de juego de la liga y, sobre todo, a la filosofía de sus lanzadores, que en lugar de retar a sus rivales intentan más bien engañarlos.

 

Ramírez se mantuvo activo por 13 campañas en la NPB

 

   Ese importante enfoque, sumado a su disciplina y su gran preparación física, fue lo que al final le permitió mantenerse activo en la liga por 13 campañas, que fueron todas muy productivas, salvo la última en la que su edad no le permitió rendir mejor.

 

   Otro amigo y colega que ha estado cubriendo la NPB por más de 30 años, Jim Allen, nos comentó por su lado que ese fue precisamente el mayor logro del venezolano en Japón: el haberse convertido en un embajador del béisbol japonés y su filosofía entre los peloteros importados.

 

   A diferencia de lo que ocurre en las Grandes Ligas, donde las máximas figuras por lo general trabajan por su cuenta y no se someten a los entrenamientos que realizan el resto de sus compañeros, en Japón los jugadores más famosos son los que tienen la responsabilidad de guiar al resto del equipo.

 

   Así, cuando Ramírez firmó con los Gigantes de Yomiuri en 2008 y se convirtió en el cuarto bate titular, también pasó a ser el líder del conjunto dentro y fuera del terreno. En las prácticas trabajaba más duro que el resto y en el dugout bromeaba con sus compañeros para relajarlos y quitarles la presión. Eso le ganó el respeto y la admiración no sólo de su club, sino también de los periodistas y los fanáticos.

 

   Cuando en abril de 2013 llegó a los 2.000 hits de por vida en la NPB, en las entrevistas que realizó con los medios locales explicó en detalle la filosofía personal que le permitió tener éxito en Japón, que naturalmente surgió de las cosas que había aprendido en el país.

 

   El primer punto de la misma era decirle que sí a todo. La frase “hai, wakarimashita”, que se puede traducir como “sí, entendido”, era una de sus favoritas y le permitía salir adelante en un ambiente en el que siempre alguien estaba tratando de decirle cómo hacer las cosas.

 

Ramírez se adaptó muy bien a la NPB, por eso es tan querido y respetado en el circuito

 

   Decir “entendido” era más fácil que perder tiempo tratando de explicarle algo a un interlocutor que no estaba interesado en escuchar su punto de vista, sino simplemente darle una orden. Ese truco le permitió reducir considerablemente el número de interrupciones a su trabajo.

 

   Otro punto importante de su filosofía lo resume la palabra japonesa “shoganai”, que puede traducirse como “no hay nada que hacer al respecto”. Cada vez que escuchaba esa frase entendía que había entrado a un callejón sin salida y que no tenía sentido seguir insistiendo en algo en lo que no tendría éxito.

 

   El haber comprendido ese tipo de detalles, que son los mismos que los propios japoneses deben aprender para poder triunfar en su sociedad, le permitió al criollo convertirse en un local más y ser apreciado como tal por sus compañeros.

 

   Por ejemplo, casi todos los bateadores importados que pasan por Japón reaccionan mal cuando un lanzamiento les pasa muy cerca del cuerpo, al punto de que amenazan al lanzador rival y hasta se lanzan a atacarlo en algunas ocasiones.

 

   Los jugadores japoneses están entrenados para evitar ese tipo de reacciones porque se ven mal y sientan un mal ejemplo para el público. Ramírez también entendió eso y siempre se comportó de una manera caballerosa sobre el terreno y eso le ganó el respeto y la admiración de jugadores y fanáticos.

 

   Luego está el enorme logro de su consistencia sobre el terreno. Como nos explicó una vez el también venezolano Alex Cabrera, los equipos japoneses entran en crisis cuando un jugador importado pasa 4 partidos seguidos sin conectar hits.

 

Ramírez ha sido siempre un gran estudioso del juego y eso ha sido clave para su éxito

 

   Ramírez dedicó una gran parte de su tiempo a estudiar a los lanzadores y receptores rivales para entender sus filosofías y estrategias de juego y así aumentar sus posibilidades de hacer buen contacto durante sus turnos al bate.

 

   Eso le permitió rendir de una manera muy consistente con el pasar de los años y quedarse fuera de la banca o el equipo menor, que es donde normalmente van a parar los extranjeros que se confían mucho de su talento y terminan perdiendo la consistencia sobre el plato.

 

   Ese es un problema que vemos muy a menudo en la NPB. Muchos bateadores importados que llegan a la liga y tienen cierto éxito en su primer año, se confían demasiado de esos buenos resultados y no se preparan bien para la siguiente temporada, en la que por lo general fracasan estrepitosamente.

 

   Otro punto importante que entendió el venezolano fue que no sólo tenía que prepararse bien antes de cada partido, sino sobre todo mantenerse sano. Cualquier lesión no sólo interrumpiría su rendimiento sino que además amenazaría su continuidad en Japón.

 

   Es por eso que se preocupó constantemente de trabajar en el gimnasio, de hacerse chequeos médicos regulares y de tener una dieta apropiada para mantenerse en óptimas condiciones físicas que le permitieran seguir produciendo bien desde el plato.

 

   Sin esa esa disciplina jamás hubiese podido disputar 985 partidos de manera consecutiva entre 2004 y 2011 ni mucho menos sumar 8 campañas consecutivas con al menos 100 carreras empujadas, que es algo que ningún otro pelotero en la historia de la NPB ha podido lograr hasta ahora.

 

Ramírez es, además, un maestro de relaciones públicas

 

   Finalmente, tenemos que mencionar también sus grandes dotes de relacionista público, que si bien no fueron la principal razón de su exaltación sí contribuyeron mucho a la misma. 

 

   Su animada personalidad le ganó rápidamente el corazón de colegas, fanáticos y periodistas, pero quizás su mayor logro en ese terreno fue la particular manera que tenía de celebrar sus jonrones, que lo convirtió en una celebridad en todo Japón, incluso entre quienes no siguen el béisbol.

 

   Eso le abrió las puertas a diversos programas de televisión, a ser la imagen de varias campañas publicitarias, a conocer y relacionarse con otras celebridades y a convertirse en una de las personas más conocidas de todo el país.

 

   La combinación de todos estos aspectos que acabamos de mencionar, que no son nada sencillos de conseguir, fue lo que al final llevó a Ramírez a ser exaltado al Salón de la Fama del béisbol japonés.

 

   No será nada fácil que otro latino logre emular sus pasos en el futuro, pero ahora que ha logrado abrir esa puerta las posibilidades de que eso ocurra son un poco más altas.