Los miedos de Daisuke Yamai

   El caso del lanzador de los Dragones de Chunichi Daisuke Yamai es uno de los más atípicos que existen en el béisbol profesional japonés. En un país donde los serpentineros están acostumbrados a realizar 200 lanzamientos en una práctica y a lanzar un partido completo cada vez que tienen la oportunidad, aún si están perdiendo, Yamai representa el caso extraño de un pitcher del montón que es capaz, ocasionalmente, de comenzar grandes cosas, pero no de terminarlas. Se trata del miedo al éxito en su más pura expresión.
 
   El propio Yamai confirmó esta condición, tanto con hechos como con palabras, el miércoles de esta semana cuando mantuvo a los Gigantes de Yomiuri sin hits ni carreras durante ocho entradas en el partido disputado en el Nagoya Dome. Aterrado por la posibilidad de completar un juego sin hits ni carreras, cedió un jonrón al primer bateador que enfrentó en el noveno episodio y abandonó inmediatamente el partido.
 
   “Esto es típico de mí… lo siento”, declaró a los medios el lanzador de 32 años al culminar el encuentro.
 
   Esta no es la primera que vez, ni en Japón ni en cualquier otra parte del mundo, que un juego sin hits ni carreras se pierde en la novena entrada, pero la diferencia está en la forma en que ocurrió. No fue mala suerte, ni un error arbitral, ni que el indiscutible llegó a través del mejor bateador del equipo contrario; no, la pérdida del juego sin hits ni carreras llegó a través de un jonrón y como consecuencia del miedo puro.
 
   El capítulo más memorable de esta deficiencia psicológica de Yamai, que además le hizo famoso en Japón y también alrededor del mundo, ocurrió el primero de noviembre de 2007 durante el quinto y decisivo juego de la Serie de Japón que enfrentó a Chunichi ante los Luchadores de Nippon Ham en el Nagoya Dome. Yamai retiró en fila a los primeros 24 rivales que enfrentó, pero para la incredulidad de todos no salió a lanzar el noveno episodio.
 
   En el momento, se pensó que la responsabilidad del hecho la tuvo el manager del equipo, el excéntrico Hiromitsu Ochiai. Chunichi lideraba la serie 3 juegos a 1 y estaba a sólo tres outs de conquistar su primer título en 53 años. Con el marcador 1-0, Ochiai aparentemente prefirió traer a su cerrador estrella, Hitoki Iwase, para asegurar el triunfo y el título. El récord personal de Yamai, que se hubiese unido a Don Larsen de los Yankees de Nueva York como los dos únicos serpentineros en lanzar un juego perfecto en una serie final, tenía una importancia secundaria comparado con la posibilidad y la responsabilidad de ganar el título.
 
   Para la fortuna de Ochiai y todos los fanáticos de Chunichi, Iwase retiró el noveno capítulo en orden para completar el juego perfecto combinado y ganar el título.
 
   No obstante, la decisión generó una ola de críticas por parte de periodistas y fanáticos que pensaron que Yamai mereció la oportunidad de hacer historia y completar el juego perfecto por sí mismo. Como respuesta a ellas, al día siguiente salió a la luz pública la versión de que Yamai estaba resentido del brazo y simplemente no tenía fuerzas suficientes para continuar en el partido, problema para el cual la entrada de Iwase era la solución más lógica. Sin embargo, el propio Yamai explicó posteriormente que fue él mismo el que le pidió al manager no continuar, pues la presión era demasiada y no quería poner en riesgo un triunfo tan importante para el equipo.
 
   En el partido de este miércoles ante Yomiuri al menos tuvo la valentía de salir a lanzar el noveno episodio –con ventaja de 3-0 y sin ningún título en juego hubiese sido absurdo no hacerlo–, pero sólo para confirmar que sus miedos eran ciertos y que hubiese sido mejor no hacerlo. En un sólo lanzamiento perdió el juego sin hits, el blanqueo y la confianza para continuar en el montículo. Iwase volvió a entrar al rescate y salvó el encuentro con su acostumbrada eficacia.
 
   Yamai se unió a la filas de Chunichi en 2002 y desde entonces ha desarrollado toda su carrera profesional con el club. Inconsistente en el montículo, apenas ha podido lanzar dos temporadas completas en los nueve años en los que ha visto acción. En el resto de ellos apenas ha trabajado debido a lesiones o simplemente a su pobre actuación. Su mejor efectividad anual data aún de 2002, cuando registró 3.93 en 84.2 entradas y terminó con récord de 6-3. En 2009, su efectividad fue de 6.38 y su récord de 0-4 y en 2010 sus números han mejorado un poco, pero no mucho: 4.70 de efectividad y récord de 5-4.
 
   Su mejor año individual fue precisamente el año en que Chunichi ganó el título: 2007. Además de las ocho entradas perfectas que lanzó en el quinto juego de la Serie de Japón, tuvo una efectividad de 3.36 en la temporada regular y acumuló un récord de 6-4, si bien sólo realizó 14 salidas.

   El partido de este miércoles ante Yomiuri comprobó una vez más que Yamai tiene el talento suficiente para ser un buen lanzador, pero no la confianza necesaria para lograrlo. Ciertamente, se trata de un caso atípico en un país donde todos los niños crecen deseando ser lanzadores, no bateadores.

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