La innegable emoción de la Serie de Japón

   En una encuesta reciente entre peloteros, periodistas y fanáticos salió a relucir el punto de que para muchos japoneses ganar el título de liga tiene más emoción que ganar la propia Serie de Japón. Ya sea por tradición o porque la exorbitante popularidad de los Gigantes de Yomiuri lo obliga, los títulos de liga central parecen celebrarse con más fervor que los de la propia final.
 
   No obstante, es imposible negar las emociones y los inolvidables recuerdos que las Series de Japón han dejado en la memoria de los fanáticos desde que fue instaurada en 1950.
 
   ¿Cómo olvidar, por ejemplo, la actuación sobrehumana del “Hombre de Hierro”, Kazuhisa Inao, en la Serie de Japón de 1958?
 
   Inao, lanzador estelar de los Leones de Nishitetsu (hoy Leones de Seibu), derrotó prácticamente él solo a los Gigantes de Yomiuri al ganar los juegos 4, 5, 6 y 7 de la serie para darle el título nacional a su equipo. El quinto juego lo ganó en 10 entradas después de lanzar 7 episodios de relevo, pero lanzó completo los otros tres. Esto, sin contar que ya había perdido los juegos 1 y 3.
 
   Algo similar ocurrió en la serie de 1964 cuando el norteamericano Joe Stanka de los Halcones de Nankai (hoy Halcones de SoftBank) blanqueó a los Tigres de Hanshin en los juegos 6 y 7 para darle el campeonato a su equipo. Adicionalmente, ganó el tercer juego, también por blanqueo y sus tres victorias fueron a domicilio.
 
   La serie de 1964 fue seguida por el período de supremacía absoluta de los Gigantes de Yomiuri, también conocido como la Era V9, en el que el popular club de Tokio ganó 9 Series de Japón de manera consecutiva de la mano de sus principales estrellas, Sadaharu Oh y Shigeo Nagashima. Tal fue el dominio de Yomiuri en aquella época que ninguna de las 9 series pasó del sexto juego.
 
   Desde que la racha ganadora se rompió en 1974, ningún otro equipo ha logrado ganar más de tres Series de Japón seguidas. De hecho, los propios Gigantes no han podido ganar más de una serie seguida desde entonces.
 
   Los Bravos de Hankyu (hoy Búfalos de Orix) ganaron 3 series consecutivas entre 1975 y 1977 en las que participó el primer latinoamericano en coronarse campeón en Japón: el camarero venezolano Roberto Marcano.
 
   Luego está la llamada Era Dorada de los Leones de Seibu en la que el equipo de Tokorozawa ganó 8 Series de Japón en 11 años gracias a una transformación económica y deportiva casi milagrosa. Para finales de los años 70 los entonces llamados Leones de Light Crown estaban asentados en Fukuoka y no hallaban la manera de salir del fondo de la tabla de la Liga del Pacífico, pero la visión y ambición del que para entonces era el hombre más rico del mundo, Yoshiaki Tsutsumi, dueño del Grupo Seibu, lo cambió todo.
 
   Tsutsumi decidió primero construir un moderno estadio en Tokorozawa en un gran parque rodeado de lagos y árboles al que llamó Estadio Seibu (hoy Seibu Dome). Luego, convenció a la NPB de realizar varios juegos de la temporada regular en su estadio y tras el éxito de la experiencia decidió comprar un equipo y mudarlo a esa sede y los abandonados Leones fueron los beneficiados.
 
   Obsesionado con convertir al club en eterno candidato al título, le inyectó dinero e hizo todo lo posible por contratar a los mejores prospectos cada temporada y la apuesta no tardó mucho en dar resultado. Apenas 5 años después, los Leones de Seibu ganaron el primero de sus 8 títulos de la Era Dorada y al día de hoy son el segundo equipo más galardonado en Japón después de los Gigantes de Yomiuri.
 
   La Serie de Japón de 1995 tuvo un significado muy especial para la ciudad de Kobe. Devastada por un terremoto a principios de año, la ciudad vio conmovida como su equipo, la Ola Azul de Orix (hoy Búfalos de Orix) se ganaba su boleto a la final de la mano de un excepcional novato llamado Ichiro Suzuki. El apoyo y la ilusión de los fanáticos fueron extraordinarios, si bien el equipo perdió la serie en 5 juegos ante las Golondrinas de Yakult. No obstante, al año siguiente se desquitaron al coronarse campeones tras derrotar 4-1 a los Gigantes de Yomiuri.
 
   Las Estrellas de Yokohama, guiadas por el mejor cerrador de la historia del béisbol japonés, Kazuhiro Sasaki, hicieron un paréntesis en su terrible récord de derrotas para alzarse con la Serie de Japón de 1998 ante los Leones de Seibu en 6 juegos.
 
   En 2005, los Marinos de Lotte, quienes por mucho tiempo fueron el peor equipo de la Liga del Pacífico, resurgieron de sus cenizas de la mano del manager norteamericano Bobby Valentine, quien condujo al club a su primer título en 31 años. Luego de terminar segundos en la temporada regular, los Marinos se beneficiaron de la recién instaurada postemporada para ganarse el boleto a la Serie de Japón, en la que barrieron a los Tigres de Hanshin.
 
   Otro manager extranjero, el norteamericano Trey Hillman, repitió la hazaña al año siguiente, al conducir al título a los Luchadores de Nippon Ham, que apenas dos años antes habían mudado su sede de Tokio a Sapporo, a su primer campeonato en 44 años tras derrotar 4-1 a los Gigantes de Yomiuri en la final.
 
   Uno de los momentos más dramáticos de los últimos años llegó en la Serie de Japón de 2007, en la que los Dragones de Chunihi ganaron su primer título en 53 años tras derrotar por 4-1 a los Luchadores de Nippon Ham.
 
   En el último juego de la serie, disputado en el Nagoya Dome, el abridor de Chunichi, Daisuke Yamai, lanzó un juego perfecto durante 8 entradas, pero para sorpresa de todos no salió a lanzar el último episodio. En su lugar, el cerrador estrella del equipo, Hitoki Iwase, salió al montículo y retiró a los tres bateadores que enfrentó en fila para completar el juego perfecto compartido y darle el título a su equipo.
 
   La historia oficial dice que la mano de Yamai estaba sangrando por el esfuerzo y fue él mismo el que solicitó a su manager que no lo sacara a lanzar en el noveno episodio. No obstante, existen todo tipo de especulaciones al respecto. Muchos creen que el manager, el excéntrico Hiromitsu Ochiai, con el marcador a favor por apenas 1-0 no quiso arriesgar el título y decidió sacar a su cerrador para asegurarlo, pero otros se inclinan más por creer que Yamai simplemente tuvo miedo de salir y completar el juego.
 
   Cualquiera que haya sido el caso, no puede negarse que fue emocionante presenciar lo ocurrido en esa serie. ¿Qué nuevas emociones nos traerá la Serie de Japón de este año?
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