Vie, 19 Abr 2024 08:52 AM

Zárate y la presión de la prensa japonesa

   A pesar de ser considerado por su club como un “jugador en desarrollo” y de que no está ni remotamente cerca de ser llamado a lanzar con el primer equipo, el zurdo venezolano de los Tigres de Hanshin Robert Zárate se ha convertido en uno de los blancos predilectos de la prensa deportiva japonesa, que registra con extremo detalle cada uno de sus movimientos en los campos de entrenamiento.
 
   La obsesión que desarrollan los medios con los novatos prometedores, especialmente cuando son lanzadores, es algo común en Japón. Los torneos colegiales que se realizan dos veces al año son televisados en vivo a nivel nacional y los jóvenes que se consagran en ellos ganan tal fama que se hace prácticamente obligatorio para los equipos profesionales contratarlos una vez que terminan sus estudios.
 
   Como consecuencia de esto, los jugadores colegiales japoneses crecen más o menos acostumbrados a estar en la mira permanente de la prensa, pero este no es el caso del venezolano, que es casi un desconocido fuera del país asiático.
 
   Surge entonces la pregunta, ¿podrá Zárate aguantar la presión mediática que lo perseguirá durante toda su carrera en Japón?
 
   Un buen ejemplo de lo obsesiva que puede ser la prensa con los novatos de alto calibre lo representa el caso de Yuki Saito, un joven lanzador de 22 años que fue seleccionado por los Luchadores de Nippon Ham durante el draft realizado este invierno.
 
   Cuando el club de Hokkaido comenzó sus entrenamientos primaverales el pasado primero de febrero en la pequeña localidad de Nago, en Okinawa, unos 800 fanáticos asistieron al estadio sólo para verlo entrenar, además de 50 cámaras de televisión, 400 reporteros y hasta un helicóptero que le tomó fotos desde el aire.
 
   Por si esto fuera poco, cuando lanzó una entrada de relevo en un partido de exhibición este domingo al que asistieron nada menos que 5,200 espectadores, todos los medios reseñaron hasta el más mínimo detalle de los 14 lanzamientos que realizó, pasando por alto el resto de los detalles del partido, del que ni siquiera se informó el resultado.
 
   Saito saltó a la fama en 2006, cuando lideró dramáticamente al famoso colegio Waseda Jitsugyo al título del campeonato nacional colegial de ese año, durante el cual se ganó el sobrenombre de “El Príncipe del Pañuelo” por su costumbre de secarse el sudor de su frente con un pañuelo.
 
   Poco después, ganó más fama aún al decidir ir a la universidad antes de convertirse en profesional y desde entonces no ha dejado de ser perseguido por la prensa, ya que impuso más de un récord universitario durante los cuatro años que jugó béisbol a ese nivel.
 
   En el caso de Zárate, su fama proviene de una cualidad muy específica que es tan preciada como escasa en el béisbol japonés: la velocidad. El lanzador japonés promedio apenas roza las 90 millas por hora, pero el venezolano las sobrepasa con facilidad. Tal es la impresión que causa la fuerza de su brazo que hasta se le ha llegado a llamar “el Aroldis Chapman venezolano”.
 
   Es por esto que la prensa lo vigila constantemente y reporta hasta sus movimientos más intrascendentes, como irse desde el dormitorio del equipo hasta el estadio para realizar sus entrenamientos en bicicleta.
 
   El martes pasado, durante una práctica de bateo, realizó una breve sesión de lanzamientos que alimentó las fantasías de la prensa asistente. De los 39 lanzamientos que les hizo a los dos bateadores que enfrentó éstos sólo pudieron conectarle un hit, además de abanicar en siete ocasiones y ver cómo se les partía uno de sus bates al tratar de conectar la bola.
 
   No obstante, 17 de esos lanzamientos fueron malos, lo que respalda la evaluación que el equipo tiene de él, es decir, que aún necesita más preparación. Es precisamente por esto que se le considera un jugador en desarrollo y no un candidato serio a ocupar un puesto en el cuerpo de lanzadores del club.
 
   El problema de todo esto es que, además de su admiración desenfrenada, la prensa deportiva ya ha empezado a preguntarse si el joven latino está llamado a ser “el salvador” del equipo. Estas son palabras mayores en el caso de un conjunto tan popular y necesitado de buenos resultados como Hanshin.
 
   La presión de los medios ya ha causado problemas al equipo en el pasado, como ocurrió  en 1980 cuando el actual manager de los Búfalos de Orix, Akinobu Okada, debutó como profesional. Famoso ya por su actuación en el campeonato nacional colegial, la prensa le declaró la guerra –y la teminó ganando– al estratega norteamericano que entonces comandaba al equipo, Don Blasingame, por no darle la titularidad de la segunda base desde el inicio de la temporada.
 
   Este tipo de presión mediática podría ser beneficiosa para Zárate, ya que podría acelerar su ascenso al primer equipo, pero al mismo tiempo podría ser perjudicial, ya que se le culpará de todos los males de la organización si no logra triunfar.
 
   Pase lo que pase, lo que ya es un hecho es que la prensa deportiva japonesa lo ha convertido en uno de sus blancos predilectos y desde este momento hasta que su carrera en la NPB llegue a su fin, no tendrá otra opción que acostumbrarse a vivir perseguido por ella. ¿Tendrá la entereza suficiente para manejar apropiadamente su fama?
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