Jue, 25 Abr 2024 03:37 AM

La gloria no tiene precio

   El anuncio realizado este viernes por la Asociación de Peloteros de la NPB de no participar en el próximo Clásico Mundial de Béisbol en 2013 si las Grandes Ligas no aceptan distribuir las ganancias del evento de una manera más justa nos presenta un tema tremendamente interesante de discutir.
 
   “No es que no queramos participar, pero no podremos hacerlo, aun cuando queramos, si se mantienen las injustas condiciones que existen actualmente”, declaró del jefe de la asociación, Takahiro Arai, de los Tigres de Hanshin.
 
  La queja de los jugadores japoneses se concentra en el hecho de que a pesar de que más de la mitad de los patrocinadores del evento provienen de Japón, las Grandes Ligas y su correspondiente asociación de peloteros se embolsan el 66% de las ganancias y sólo un 13% queda para la NPB y sus jugadores.
 
   Tras ganar las dos primeras ediciones del torneo de forma brillante, la solicitud de los peloteros japoneses es muy sencilla: que se les pague mejor por su participación.
 
   Las Grandes Ligas, a través de su representante en Japón, Jim Small, ya han rebatido esta solicitud en el pasado explicando que la mayoría de las ganancias del evento son utilizadas para apoyar programas de desarrollo del deporte en naciones en las que el béisbol está creciendo, como China y Sudáfrica, y que aumentar las ganancias de equipos como el japonés simplemente recortará la ayuda a esas naciones que tanto apoyo necesitan.
 
   No vemos nada de malo en que los jugadores japoneses soliciten una mayor remuneración por su participación en el campeonato, después de todo, son los actuales bicampeones y sin duda aportan mucho dinero al mismo en términos de patrocinio. El equipo venezolano, por ejemplo, se quejó también del tratamiento recibido en la primera edición del torneo, en términos de alojamiento y condiciones de viaje, y también lo apoyamos en su petición de recibir un mejor tratamiento durante su participación.
 
   Pero a lo que sí nos oponemos es a la amenaza de los japoneses de no jugar si no se les da los que están pidiendo. ¿Qué van a lograr con eso? Los únicos perjudicados con un eventual boicot al torneo serán ellos mismos y, sobre todo, sus fanáticos, que perderán la oportunidad de ver a sus estrellas derrotar a equipos que cuentan con varios de los mejores jugadores del mundo.
 
   Si de dinero se trata, todo se resume a una máxima infalible: la gloria no tiene precio. El orgullo de ser campeón del mundo valdrá mucho más a los jugadores de un equipo, a su país y a sus fanáticos, que cualquier cantidad de dinero que puedan ganar con el evento. ¿Se imaginan ustedes a Brasil diciéndole a la FIFA que no jugará el próximo mundial si no se le paga mejor?
 
   El simple hecho de ser campeón del mundo ya trae consigo una gran cantidad de premios, monetarios y de otros tipos, que hacen imposible sentirse insatisfecho. ¿Qué diferencia tiene que las ganancias lleguen de las Grandes Ligas, por vía del pago por la participación en el evento, o de los patrocinadores nacionales que, motivados por la emoción, le ofrecen contratos millonarios a los jugadores?
 
   ¿Recuerdan el premio que le ofreció la compañía nacional de teléfonos francesa a la selección que ganó el mundial de fútbol en 1998? Una línea telefónica completamente gratis, y de por vida, a cada uno de los integrantes del equipo.
 
   El Clásico Mundial de Béisbol, en sus dos ediciones, ha servido para catapultar la imagen de excelencia del béisbol japonés alrededor del mundo y para promover a sus mejores estrellas y, en varios casos, ayudarlas a llegar a las Grandes Ligas en las mejores condiciones, como ocurrió con el lanzador Daisuke Matsuzaka después del torneo 2006 y como probablemente ocurra el año que viene con Yu Darvish luego de su participación en el evento de 2009.
 
   ¿Por qué poner en peligro tantos beneficios simplemente por dinero? La campaña de relaciones públicas más cara de la historia no sería suficiente para elevar la imagen del béisbol japonés de la manera que lo ha hecho este campeonato.
 
   El norteamericano Robert Whiting, autor de varios de los más importantes libros de historia de la pelota nipona, explora en la edición 2009 de su obra “Tienes que tener Wa” la teoría de que las continuas quejas de los japoneses acerca del Clásico Mundial provienen del simple hecho de que se sienten celosos de que hayan sido los estadounidenses, y no ellos, los que salieron con la idea y con el plan de trabajo para realizar el torneo.
 
   Desde el mismo momento en que nació el béisbol profesional en el país, los japoneses han estado tratando de crear una “verdadera Serie Mundial” que los enfrente al equipo campeón de las Grandes Ligas con el objetivo de demostrar que ellos son los mejores y el hecho de que hayan sido los americanos los que finalmente dieron luz al campeonato parece haberles herido el orgullo.
 
   Pero como bien explica Whiting en su libro, ¿qué otro organismo en este planeta es capaz de crear y desarrollar un evento de esta naturaleza? Sólo las Grandes Ligas tienen el dinero, la infraestructura y el poder para convencer a sus equipos de ceder a sus mejores jugadores para que participen en el campeonato. Ningún otro organismo tiene la capacidad de hacer realidad el sueño de los fanáticos del béisbol alrededor del mundo.
 
   Mejor aún, las Grandes Ligas corren con todos los gastos y todos los riesgos de la organización. Si el evento genera ganancias, ellos las distribuyen –así sea un porcentaje muy pequeño– entre los países participantes y si genera pérdidas, ellos las asumen por completo, ningún otro país está obligado a pagar nada. ¿Cómo perder la oportunidad de participar en un evento como tal?
 
   Que las Grandes Ligas dicten las normas y ejerzan el total dominio de la organización del torneo, además de quedarse con la mayoría de las ganancias, sin duda suena a otra muestra del “imperialismo yanqui”, pero volvemos a lo mismo, ¿cómo rehusarse a participar en un evento que les da la oportunidad a todos los países invitados de volverse famosos alrededor del mundo sin tener que pagar nada a cambio?
 
   El orgullo que debe haber sentido el equipo mexicano después de eliminar al de Estados Unidos en la segunda ronda del Clásico de 2006 difícilmente podrá adquirirse con dinero. La eliminación que le propinó Holanda a la República Dominicana en la edición 2009 muy probablemente sea una de las hazañas deportivas más importantes del país, especialmente en Curazao, al igual que los dos triunfos que obtuvo Venezuela sobe los Estados Unidos en ese mismo torneo.
 
   En resumen, apoyamos a Japón y al resto de los equipos en su solicitud de que se mejoren sus condiciones de participación en el campeonato, pero rechazamos por completo la amenaza del boicot. Nada se ganará con ausentarse del torneo; por el contrario, se perderá todo.
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