¿Cuán valioso hay que ser para ser el Más Valioso?

   Las selecciones de los periodistas deportivos japoneses para el premio al Jugador Más Valioso de la temporada regular, que fueron anunciadas este jueves tanto para la Liga Central como la del Pacífico, nos trajeron una agradable sorpresa y una desagradable decepción que nos hace preguntarnos, ¿qué tiene que hacer un jugador en la NPB para poder ganar ese premio?
 
   Nos sorprendió que Takuya Asao, un relevista intermedio de los Dragones de Chunichi, se llevara los honores en la Liga Central, pero le damos la bienvenida a esta inesperada escogencia porque sin duda puede argumentarse que sin su presencia su equipo no hubiese podido ganar el título de su circuito.
 
   El derecho de 27 años jugó un papel clave en las 75 victorias que consiguió el club este año. En los 79 partidos que disputó dejó récord de 7-2, con 10 salvados, 100 ponches y una microscópica efectividad de 0.41 en 87 entradas y un tercio en las que no permitió ni un solo jonrón.
 
   Considerando las malas temporadas que tuvieron el resto de los equipos del circuito, era claro que la preferencia para el premio recaería sobre algún jugador del conjunto campeón y si bien el abridor Kazuki Yoshimi, que lideró la liga en triunfos (18) y efectividad (1.65), se perfilaba como el favorito, no puede decirse que se le haya robado el galardón. Asao fue un merecido ganador del mismo.
 
   No obstante, lo mismo no puede decirse del recipiente de los honores en la Liga del Pacífico, Seiichi Uchikawa. Proveniente de las Estrellas de Yokohama como agente libre, el cotizado jardinero firmó con los Halcones de SoftBank durante el pasado descanso invernal con la intención de jugar finalmente para un equipo ganador y sus deseos se hicieron realidad inmediatamente.
 
   No puede negarse que la temporada que tuvo fue muy buena. Se convirtió en el segundo jugador en la historia de la NPB en ganar el título de bateo en ambas ligas al registrar un promedio de .338 y además conectó 12 cuadrangulares, remolcó 74 carreras y anotó 48 veces en 114 partidos disputados.
 
   Su aporte al título liguero que obtuvo su club este año fue sin duda muy importante, pero en el caso de SoftBank no puede decirse que esos triunfos hayan llegado debido sólo a su actuación, sino a la de todos los miembros de la plantilla, que ganaron precisamente jugando en equipo.
 
   Tal como puede destacarse su actuación, también podría señalarse la realizada por otros jugadores del club, como la de Nobuhiro Matsuda, que conectó 25 cuadrangulares (2do en la Liga del Pacífico) y empujó 83 carreras; la de Yuichi Honda, que se robó 60 bases (líder del circuito), anotó 84 veces y bateó para .305; la del lanzador D.J. Houlton, que ganó 19 partidos (líder de la liga) y tuvo una efectividad de 2.19; o la del zurdo Tsuyoshi Wada, que sumó 16 triunfos, 168 abanicados y dejó una efectividad de 1.51.
 
   ¿Por qué la actuación de Uchikawa es considerada más valiosa que la de todos éstos?
 
   El segundo jugador más votado para el premio en la Liga del Pacífico, el derecho de las Águilas de Rakuten Masahiro Tanaka, probablemente se merecía más el galardón. El joven de 23 años realizó la mejor campaña de su corta carrera al dejar récord de 19-5 (co-líder en triunfos del circuito) y registrar la segunda efectividad más baja de la historia de la liga, 1.27, pero su equipo terminó en un distante quinto puesto, con más derrotas que victorias y lejos de los puestos que daban acceso a la postemporada.
 
   De todas maneras, hubiese sido difícil justificar su selección sobre otros lanzadores que tuvieron campañas tan destacadas como la suya, como el derecho Yu Darvish, de los Luchadores de Nippon Ham (18-6, 1.44 y 276 ponches), y el zurdo Wada mencionado anteriormente.
 
   Todo esto nos trae al tercero en la votación, el antesalista de los Leones de Seibu Takeya Nakamura, que considerábamos como el principal favorito para llevarse los honores y ha terminado siendo el principal perjudicado por la falta de visión de los miembros de la prensa.
 
   En una temporada protagonizada por la famosa “pelota que no vuela” en la que los promedios ofensivos y el número de jonrones cayeron drásticamente comparados con el año pasado, Nakamura conectó nada menos que 48 cuadrangulares (17 más que cualquier otro jugador), empujó 116 carreras (16 más que su inmediato perseguidor) y anotó 97 veces para liderar esos tres departamentos en ambas ligas y, más importante aún, guiar a su equipo a una dramática clasificación a los playoffs en el último día de la campaña.
 
   Al contrario de lo que ocurre con Uchikawa, de Nakamura sí puede decirse que sin su aporte Seibu no hubiese podido completar el regreso más espectacular que cualquier equipo haya logrado en la historia de la NPB para clasificar a la postemporada. El conjunto de Saitama llegó a estar 16 juegos por debajo de .500 y ocupó por un buen tiempo el foso de la clasificación de su circuito y sin embargó logró regresar a tiempo para avanzar a los playoffs, gracias especialmente a la actuación de su tercera base.
 
   Si echarse al equipo sobre los hombros de esta manera y además hacerlo registrando números tan excepcionales en una campaña en la que el 99% de los jugadores pasó trabajo ofensivamente no es suficiente para ser nombrado Jugador Más Valioso de la liga, entonces ¿qué lo es?
 
   Lo mismo le ocurrió el año pasado al venezolano Alex Ramírez, quien mereció más que nadie el galardón al terminar la campaña con 49 vuelacercas, 129 remolques y un promedio ofensivo de .304, pero que fue ignorado en beneficio de Kazuhiro Wada, quien si bien es cierto bateó para .339, apenas sumó 37 jonrones y 93 remolques.
 
   Como lo comentó en un reciente programa radial nuestro colega de la versión inglesa del Diario Yomiuri Jim Allen, los periodistas deportivos japoneses parece que “buscaron primero al campeón de liga y luego intentaron escoger al mejor jugador de ese equipo en lugar de localizar primero al mejor jugador y luego determinar el peso de su aporte al equipo en el que juega”.
 
   Históricamente, esta ha sido la tendencia a la hora de escoger a los ganadores del premio en el pasado, pero ha habido ocasiones en las que se han hecho excepciones extraordinarias, como ocurrió en 2008 cuando se le otorgó el galardón al lanzador Hisashi Iwakuma, quien si bien registró números sorprendentes (récord de 21-4, efectividad de 1.87), lo hizo para un conjunto que terminó quinto en la clasificación y no avanzó a los playoffs.
 
   Si se hizo esa excepción con Iwakuma, ¿por qué no se hizo también con Nakamura o Ramírez? Es probable que nunca encontremos una respuesta a esta interrogante, o a la pregunta con la que comenzamos esta columna.
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