Nakajima y los defectos del Sistema de Traspasos

   Cuando el pasado miércoles se dio a conocer que los Yanquis de Nueva York habían ganado los derechos exclusivos de negociación con Hiroyuki Nakajima, el campo corto de los Leones de Seibu que decidió utilizar el llamado Sistema de Traspasos para tratar de dar el salto a las Grandes Ligas, no fueron pocos los que expresaron sorpresa e incredulidad.
 
   En nuestra cuenta de Twitter comunicamos la noticia bajo el título de “desastre” porque, precisamente, todas las partes involucradas se encuentran ahora enfrascadas en una situación en la que ninguna puede ganar. Por el contrario, todas están destinadas a perder.
 
   La primera interrogante que surgió fue, ¿por qué los Yanquis presentaron una oferta en primer lugar? Armados con el infield más famoso, completo y poderoso de las Grandes Ligas, ese equipo realmente no necesita otro infielder.
 
   Al parecer, su intención es utilizar a Nakajima como reemplazo tanto en tercera base como en segunda y el campo corto en los momentos en que Alex Rodríguez, Robinson Cano y Derek Jeter necesiten descanso, pero con el rol crucial que juegan esos tres jugadores en el conjunto no parece probable que eso vaya a ocurrir muy a menudo.
 
   Esto nos lleva a la segunda pregunta, ¿de verdad cree Nueva York que un jugador que le rogó a su equipo que lo pusiera a la venta para poder cumplir su sueño de jugar en las Grandes Ligas aceptará una oferta para jugar como suplente?
 
   Al igual que todos los otros japoneses que se han ido a la Gran Carpa en el pasado a través del mismo sistema, Nakajima estaba dispuesto a jugar con cualquier equipo, así fuera el más malo, porque sabía que no tenía elección, pero lo que sí no esperaba era que el club que ganara los derechos para negociar con él planease utilizarlo como suplente.
 
   Puestas las cartas sobre la mesa, los dos escenarios que tiene enfrente son malos: aceptar un contrato que lo obligará a jugar de suplente por varios años y con el que podría tirar su carrera a la basura por no poder jugar a diario, o regresarse a Japón derrotado, lamentándose de una suerte que le dio la espalda en el momento crucial y sin poder hacer nada al respecto.
 
   Los Yanquis, por su parte, se encuentran en la misma encrucijada. Si Nakajima rechaza su oferta, quedarán como los malos de la partida porque estarán bloqueando su entrada a las Grandes Ligas, y si la acepta, muchos se quejarán también porque no podrán ponerlo a jugar tan seguido como sus fanáticos lo esperan.
 
   Incluso los Leones de Seibu, que han debido guardarse mejor las espaldas y establecer un monto mínimo para vender al jugador, pierden en esta situación, porque si Nakajima firma con Nueva York se verán obligados a dejar ir a uno de sus mejores jugadores por apenas $2,5 millones de dólares, uno de los montos más bajos ofrecidos en la historia del Sistema de Traspasos, y si no lo hace, recibirán de vuelta a un jugador desmoralizado que podría no rendir igual que siempre.
 
   Debemos aclarar que los Yanquis no son los malos de la partida por haber presentado una oferta tan modesta. Conociendo las reglas del Sistema de Traspasos, muy probablemente hicieron lo que yo mismo hubiese hecho si fuese el gerente general de un club de las Grandes Ligas: poner una oferta mínima sobre la mesa para ver si, por casualidad, nadie más se interesa por el jugador. De ser ese el caso, podrán adquirir a un jugador de gran calidad por un monto relativamente bajo.
 
   En realidad, la culpa de todo la tiene el mismo Sistema de Traspasos, que debe aclararse fue inventado por los propios japoneses. Creado en 1998 para tratar de evitar que se repitieran casos como el de Hideo Nomo, que “desertó” a las Grandes Ligas sin que su equipo en Japón recibiera ningún tipo de compensación monetaria, su objetivo es proteger a los clubes de la NPB a través de un sistema que les permita vender al mejor postor a aquellos jugadores que aún no cumplan los requisitos para convertirse en agentes libres.
 
   Por supuesto, dicho sistema no toma en cuenta en lo más mínimo los deseos de los jugadores, que no tienen ni voz ni voto en todo el proceso. Si éstos no pueden alcanzar un acuerdo contractual en 30 días con el equipo que presentó la oferta más alta, deberán regresarse a jugar con su equipo en Japón por al menos una temporada más sin tener la oportunidad de negociar con otros equipos que estén interesados.
 
   Adicionalmente, el equipo de las Grandes Ligas que ganó los derechos de negociación con el jugador no está obligado a pagar nada si ambas partes no llegan a un acuerdo contractual, lo que abre la puerta a más problemas.
 
   El año pasado, el lanzador de las Águilas de Rakuten Hisashi Iwakuma utilizó el sistema y los Atléticos de Oakland ganaron los derechos para negociar con él tras ofrecer 19 millones de dólares, pero luego no pudieron llegar a un acuerdo contractual, por lo que éste tuvo que regresarse a Japón y ellos no perdieron ni un centavo.
 
   Don Nomura, el agente de Iwakuma en ese momento, sugirió que Oakland simplemente quería evitar que sus rivales divisionales lo firmaran ofreciendo una alta suma para ganar los derechos de negociación que después sabían que no tenían que pagar. Lo único que tenían que hacer era ofrecerle al jugador un mal contrato y sentarse a esperar a que éste lo rechazara. No puede probarse que esa haya sido la intención de los Atléticos, pero al final del día eso fue lo que lograron y no podrán evitar que haya quienes piensen que lo hicieron a propósito.
 
   Con el período para presentar ofertas por el cotizado lanzador Yu Darvish todavía abierto, hay que tomar en cuenta esta posibilidad como parte del proceso de negociación. Muchos piensan que la mayoría de los equipos se abstendrán de ofrecer tanto dinero como lo hicieron los Medias Rojas de Boston en 2006 por Daisuke Matsuzaka ($51 millones de dólares), pero si un equipo desea evitar que un rival divisional lo firme todo lo que tiene que hacer es realizar una oferta exorbitante para asegurarse los derechos de negociación y luego ofrecerle un mal contrato para que éste lo rechace. Así evitará que otros lo firmen y la jugada no le costará ni un centavo.
 
   Regresando al caso de Nakajima, sus declaraciones una vez que se dio a conocer que los Yanquis habían ganado los derechos para negociar con él lo dicen todo: “estoy agradecido de que un club con tanta tradición haya presentado una oferta por mí. Me gustaría saber cómo evalúan mis habilidades”. Es decir, no dijo estar súper feliz y honrado de poder negociar con el equipo para el cual todo jugador de béisbol sueña con jugar algún día, sino simplemente que se siente curioso por saber cuáles son sus planes para él.
 
   De todos los males disponibles, rechazar la oferta de jugar como suplente y regresarse a Japón por un año más parece ser la opción menos mala. El jugador debe tener en cuenta el fracaso estrepitoso del lanzador Kei Igawa, que llegó a los Yanquis a través del Sistema de Traspasos en 2007 y pasó el 95% de sus cinco años de contrato en las menores, prácticamente tirando su carrera a la basura.
 
   Por supuesto y como bien señaló un lector en nuestra página de Facebook, si él logra negociar un acuerdo en el que firme con los Yanquis y éstos acepten venderlo inmediatamente a otro equipo para el que pueda jugar como titular, el problema estará resuelto, pero no es seguro que eso pueda ocurrir.
 
   Tras el caso de Iwakuma el año pasado la Asociación de Peloteros japonesa le solicitó a la NPB que modificara las reglas del sistema para permitirles a los jugadores negociar con los equipos que presenten las tres ofertas más altas, pero hasta ahora nada ha ocurrido.
 
   Si Nakajima, que aún tiene 27 días más para negociar su contrato, rechaza la oferta de Nueva York y decide regresarse a Japón, eso podría aumentar la presión para modificar el sistema, y si por casualidad lo mismo le ocurre a Darvish, entonces con casi toda seguridad el sistema será alterado o incluso eliminado.
 
   No tenemos nada en contra de que los clubes japoneses reciban una adecuada compensación por perder a sus mejores jugadores, pero a lo que sí nos oponemos es a que se violen sus libertades de esta manera. La propuesta de negociar con los tres equipos que presenten las ofertas más altas es muy sensata y debería ponerse en práctica lo antes posible. Así podrían evitarse casos como el de Iwakuma y Nakajima, que a pesar de estar todavía en desarrollo tiene un panorama muy oscuro por delante.
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