Vie, 19 Abr 2024 03:20 AM

Penny y los grandeligas que han fracasado en Japón

   Cuando el pasado martes el renombrado lanzador norteamericano de los Halcones de SoftBank Brad Penny tiró la toalla en su proceso de adaptación al béisbol japonés, su nombre pasó a encabezar una larga lista de ex grandeligas, varios de ellos muy famosos, que simplemente no consiguieron la forma de adaptarse a la vida y el estilo de trabajo de la NPB.
 
   El derecho de 33 años, que jugó en la Gran Carpa con Florida, Los Ángeles, San Luis y Detroit, llegó a Japón con mucha fanfarria luego firmar un contrato de 3 millones de dólares por un año a principios de febrero, pero tras apenas una apertura, en la que permitió 6 carreras en 3 entradas y un tercio, le pidió al equipo que lo dejara en libertad.
 
   El veterano serpentinero se quejó constantemente de un dolor en su hombro de lanzar, pero tras realizarse dos chequeos médicos, uno en Japón y otro en los Estados Unidos, no se le consiguió nada fuera de lo normal.
 
   Lo cierto es que su incomodidad fue más psicológica que biológica. Según los medios japoneses, el lanzador se reusó a menudo a practicar con el resto del equipo y a participar en las reuniones diarias que convoca el club para estudiar las estrategias a seguir en cada juego.
 
   A pesar de todo, el club estaba dispuesto a dejarlo trabajar a su propio ritmo y a esperar que se mejorara de su dolor con la esperanza de sacar buenos frutos de la inversión realizada, pero fue el propio jugador el que pidió terminar la relación admitiendo que no se sentía cómodo en Japón.
 
   Tras perder a sus tres mejores lanzadores durante el mercado invernal SoftBank quiso mostrarle a sus fanáticos que no iba a escatimar esfuerzos ni recursos en reforzarse apropiadamente y contrató a Penny con la esperanza de convertirlo en el as de su rotación.
 
   Luego de haber liderado la Liga Nacional con 16 triunfos en 2006 cuando jugaba con los Dodgers y de acumular 119 victorias en 12 temporadas en las mayores, se esperaba que el robusto derecho estuviera a la altura del reto. Sin embargo, el choque cultural probó ser demasiado fuerte para el nativo de Oklahoma.
 
   “Sólo ciertos jugadores son capaces de triunfar en Japón; supongo que Penny no es uno de ellos. Es muy triste cuando 3 millones de dólares no logran convencerte de quedarte”, le comentó a la Agencia AP el norteamericano Robert Whiting, autor de varios libros de historia del béisbol japonés.
 
   El caso de Penny no es el primero en su estilo, ni tampoco será el último. Simplemente demuestra que para triunfar en el béisbol japonés no sólo hace falta dominar el juego sino también saber adaptarse a una forma de trabajo y un estilo de vida diametralmente opuestos a los que conocemos en occidente.
 
   Después de todo, ex grandeligas mucho más famosos que él también fracasaron, por razones de diversa índole, en su intento de adaptarse al tipo de juego de la NPB.
 
   El inicialista de los Yanquis de Nueva York Joe Pepitone, que participó 3 veces en el Juego de las Estrellas y ganó 3 Guantes de Oro en las 12 temporadas que disputó en las Grandes Ligas, es considerado como el peor americano que jamás haya pasado por la NPB.
 
   Los Átomos de Yakult (hoy, Golondrinas de Yakult) pagaron 150 mil dólares a principios de 1973 para traerlo a Japón en una transacción que despertó grandes expectativas, ya que en ese momento se le consideró como el jugador americano más talentoso jamás firmado.
 
   No obstante, en lugar de producir grandes números lo que produjo fueron grandes dolores de cabeza. Luego de disputar apenas 14 partidos, en los que conectó un jonrón y dejó un promedio de .163, empezó a quejarse de una jaqueca severa que después se transformó en un dolor de tobillo que luego se convirtió en una seguidilla de excusas para no jugar.
 
   La prensa local desató su furia cuando lo descubrieron bailando sin ningún tipo de dolor en una conocida discoteca de Tokio. Para agravar aún más las cosas, también descubrieron que le había mentido al equipo acerca de las supuestas visitas que había recibido de su novia y sus padres durante la temporada. A petición de éste, el club le había dado el dinero al jugador para cubrir los gastos de ambas visitas, sólo para darse cuenta luego de que éste se había quedado con los fondos.
 
   Un mes antes de que se acabase la temporada, el propio jugador decidió abandonar al equipo y regresarse a los Estados Unidos, dejando la peor imagen posible de sus compatriotas en la liga.
 
   El camarero Davey Johnson, que ganó la Serie Mundial como jugador con los Orioles de Baltimore y luego como manager con los Mets de Nueva York, se convirtió en el primer extranjero no asiático en firmar con los Gigantes de Yomiuri en 1974 y de él se esperaba que remplazase en la tercera base al ya retirado y ahora manager del equipo, Shigeo Nagashima.
 
   No obstante, su abrupta llegada a la liga luego de comenzada la temporada probó ser demasiado para él. Nagashima lo puso a jugar recién bajado del avión y con la barrera del idioma y sin la compañía de ningún otro extranjero en el equipo que lo pudiera aconsejar, terminó la temporada con un decepcionante promedio de .197.
 
   Al año siguiente regresó para cumplir la segunda temporada de su contrato y su producción mejoró bastante, pero un desacuerdo con su manager, que es la figura más querida y admirada del béisbol japonés, lo llevó a asumir la radical posición de no regresar al club hasta que Nagashima se disculpase con él por la mala forma en que lo había utilizado.
 
   Como dice Whiting en uno de sus libros, “ahí se acabó todo, porque pedirle a Nagashima que se disculpase por su forma de dirigir al equipo era como pedirle al Papa que se disculpase por ser católico”.
 
   Más grave aún fue el caso del antesalista Don Money, veterano de 16 temporadas en las Grandes Ligas con Filadelfia y Milwaukee, quien decidió abandonar a los Búfalos de Kintetsu (hoy, Búfalos de Orix) y regresarse a los Estados Unidos tras apenas 6 semanas de haber comenzado la temporada de 1984.
 
   Lo distinto del idioma y la cultura sin duda influyeron en su decisión, pero sus principales quejas fueron lo lejos que quedaba el apartamento que le dio el equipo del estadio (tenía que tomar 3 trenes distintos para llegar a él) y lo sucio e incómodo del mismo.
 
   Su deserción, ligada a la de otros dos americanos ese mismo año, llevó al Comisionado de la NPB a intentar prohibir la participación de jugadores extranjeros en la liga.
 
   En 1987, el turno fue para Bob Horner, quien a sus 29 años y tras conectar 215 jonrones en 9 campañas con los Bravos de Atlanta se convirtió en el primer grandeliga en llegar a Japón en el pico de su carrera.
 
   Tras convertirse en agente libre y no recibir ninguna oferta para firmar con otro equipo en las mayores, las Golondrinas de Yakult le ofrecieron los 2 millones de dólares por temporada que él estaba buscando, lo que en su momento fue el contrato más caro jamás firmado en la NPB.
 
   Su primera semana en la liga fue de ensueño tras conectar 5 jonrones y registrar un promedio de .533, pero a partir de ahí todo fue en picada. Un par de lesiones, pero sobre todo el choque cultural, lo llevaron a rechazar una cuantiosa oferta del equipo para jugar otra temporada con ellos.
 
   “No sé si el sistema japonés es bueno o no, simplemente no lo entiendo”, declaró en una ocasión, mientras que en otra le confesó a un amigo que de haber sabido cómo iba a ser todo en Japón probablemente nunca hubiese firmado con Yakult.
 
   Kevin Mitchell, campeón de la Serie Mundial con los Mets de Nueva York en 1986 y Jugador Más Valioso de la Liga Nacional con los Gigantes de San Francisco en 1989, fue otro veterano grandeliga que decidió abandonar a su equipo, en este caso los Halcones de Daiei (hoy, Halcones de SoftBank), a mediados de temporada.
 
   El talentoso jardinero llegó a Japón en 1995 tras firmar un contrato de 4,5 millones de dólares por un año, pero cuando decidió irse a los Estados Unidos a tratarse una lesión en la rodilla sin pedirle permiso al equipo la gerencia se enfureció de tal manera que optó por cancelar su contrato.
 
   Las 3 entradas y un tercio que duró el paso de Penny por la NPB puede que constituyan un récord de brevedad en la liga, pero seguramente esta no será la última vez que algo así ocurra. Después de todo, sólo un cierto tipo de jugadores tiene lo que hace falta para triunfar en el béisbol japonés.
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