¿Por qué no triunfan los latinos en Japón?

   Un fanático nos preguntaba en estos días a través de nuestra página en Facebook la razón por la cual le cuesta tanto a los jugadores latinoamericanos triunfar en el béisbol japonés y citó como ejemplos los casos de peloteros como el dominicano Víctor Israel Díaz y el venezolano Oscar Salazar, quienes apenas han visto acción esta temporada.
 
   Son varios los motivos que impiden a los latinos y los occidentales en general tener éxito en la exigente pelota nipona, pero sin duda el principal de ellos es el hecho de encontrarse con una cultura que es totalmente opuesta a la que están acostumbrados.
 
   En occidente, promovemos el individualismo y exhortamos a cada quien a salir adelante con sus propias herramientas y habilidades. En Japón ocurre todo lo contrario, el individualismo es reprimido y muchas veces castigado en favor del beneficio del grupo.
 
   Es por esto que es común observar a las grandes estrellas japonesas de la NPB entrenar tanto o más duro que el resto de sus compañeros de equipo y sufrir el mismo tipo de castigos que se le aplican a los novatos cuando se equivocan, pues a pesar de su veteranía y su estatus apenas representan una pieza más del conjunto, nada más que eso.
 
   En occidente, se entrena para preparar a los jugadores para el partido, pero lo más importante es siempre ganar el juego. En Japón, el entrenamiento es tanto o más importante que el juego en sí, pues no importa mucho perder si los peloteros han demostrado garra y sacrificio durante la práctica.
 
   Por citar un ejemplo, el manager de los Leones de Seibu, Hisanobu Watanabe, decidió darle la responsabilidad al dominicano Esteban Germán, que apenas disputa su primera campaña en la NPB, de ser el primer bate del equipo simplemente por la intensidad que el caribeño demostró durante los entrenamientos primaverales del club.
 
   En occidente, se anima a los jugadores a improvisar y tomar sus propias decisiones durante el juego, como salir a robarse una base cuando les parezca indicado. En Japón, se obedecen ciegamente las órdenes de los managers como si se tratase de un ejército y se imparten castigos severos a los que se atreven a no respetarlas, sin importar su estatus dentro del club.
 
   Por este motivo fue que el veterano toletero de las Estrellas de DeNA Norihiro Nakamura fue bajado recientemente al equipo menor del club, como medida disciplinaria por criticar las instrucciones de su manager. “No puedo utilizar a jugadores que no saben obedecer órdenes… lo subiré otra vez después de que él haya pensado bien todo y haya demostrado buenos resultados”, explicó el estratega a los medios acerca de su decisión.
 
   En occidente, los lanzadores no dudan en tirar 3 strikes seguidos para ponchar un bateador. En Japón, es muy común ver la cuenta llegar a 3-2 antes de que el lanzador decida retar al bateador con un lanzamiento bueno.
 
   Esta es la razón por la cual el dominicano Joel Guzmán se ponchó 81 veces en los 73 partidos que disputó el año pasado con los Dragones de Chunichi. Cada vez que la cuenta le llegaba a 2 strikes le hacía swing a todo lanzamiento que parecía bueno sin darse cuenta de que los lanzadores japoneses no le volvían a hacer otro lanzamiento bueno hasta que tenía la cuenta completa.
 
   En occidente, la situación ideal es que los tres primeros bateadores llenen las bases para que el cuarto bate conecte un jonrón que produzca 4 carreras. En Japón, la situación ideal es que el primer bateador llegue de alguna forma a primera base, el segundo lo mueva hasta segunda con un toque de sacrificio y el tercero o el cuarto conecte un hit que lo remolque hasta el home para producir una sola carrera.
 
   Por esto es que los toques de sacrificio en la primera entrada son tan populares y hasta automáticos en los partidos de la temporada regular de la NPB.
 
   En occidente, los managers les dan consejos a sus jugadores y los dejan trabajar por su cuenta para que éstos se desarrollen. En Japón, los estrategas les dan órdenes a sus jugadores y creen firmemente que la única forma que éstos tienen para triunfar es seguir esas órdenes al pie de la letra.
 
   A pesar de ser fundamentalmente el mismo deporte, la manera de jugarlo es tan distinta que no resulta nada fácil aceptarla y adaptarse a ella. Es por esto que la mayoría de los importados que llegan al béisbol japonés apenas duran un año, o menos, en la liga.
 
   El dominicano Dionys César, que llegó a los Dragones de Chunichi en 2010 con mucha fanfarria tras ganar el título de bateo en la liga mexicana la temporada anterior, fue una víctima clara de este choque cultural. Tras un inicio más o menos prometedor, abandonó la liga a finales de año tras registrar un modesto promedio de .215 en apenas 51 partidos.
 
   Por si esto fuera poco, también existen otros elementos que entran en juego a la hora de decidir la fortuna de los jugadores latinoamericanos en la pelota nipona.
 
   El manager es uno de ellos. Si al estratega de turno le gusta o le inspira confianza un determinado jugador latinoamericano, éste podrá progresar en la liga. Si ese no es el caso, sus días en Japón estarán contados.
 
   El caso del venezolano Aarom Baldiris es un buen ejemplo de esto. Tras llegar a los Tigres de Hanshin en 2008 bajo la tutela del aquel entonces manager del equipo, Akinobu Okada, el criollo fue creciendo poco a poco y adaptándose mejor a la liga gracias a la confianza que recibió de su mentor.
 
   No obstante, el año siguiente Okada abandonó el equipo y su remplazante, Akinobu Mayumi, que no sentía ninguna admiración especial por el latino, lo relegó al segundo equipo durante casi toda la temporada. Como consecuencia, el club lo dejó en libertad a finales de año, pero el antesalista tuvo la suerte de su lado ya que en ese mismo momento Okada fue nombrado manager de los Búfalos de Orix y lo primero que hizo en su nuevo puesto fue firmar al caribeño. Desde entonces, Baldiris se ha convertido en uno de los mejores antesalistas de la NPB y su juego no para de desarrollarse con cada año que pasa.
 
   El estilo de vida japonés, con su cocina y sus reglas sociales particulares, es otro aspecto que influye mucho en la actuación de los peloteros. El lanzador norteamericano Brad Penny, que fue contratado este año por los Halcones de SoftBank, le pidió al equipo que lo dejara en libertad tras apenas 3 meses en la liga debido a que no pudo adaptarse al ambiente en el que se encontraba.
 
   Luego está la suerte, simple y pura. Lesiones inesperadas, malos resultados a pesar del buen juego, otros extranjeros dentro del equipo que están jugando mejor o la simple falta de suficientes cupos para extranjeros en el roster son todas cosas que pueden representar la diferencia entre el éxito y el fracaso para un pelotero latino en la NPB.
 
   El puertorriqueño Giancarlo Alvarado, por ejemplo, que en las tres temporadas que lleva en Japón ha realizado aperturas muy buenas, no ha podido pasar un año completo sin lesionarse y esa falta de acción, en especial este año, podría terminar forzando su salida de la liga.
 
   El dominicano Máximo Nelson, a pesar de registrar la mejor temporada de su carrera el año pasado con los Dragones de Chunichi, tuvo una racha de 9 derrotas consecutivas en las que la ofensiva de su equipo nunca lo apoyó que dejaron su récord final en 10 victorias y 14 derrotas, cuando con un poco más de suerte esos números hubiesen podido quedar invertidos.
 
   El venezolano Levi Romero, que el año pasado tuvo una buena temporada con los Gigantes de Yomiuri, este año casi no vio acción debido a los varios nuevos importados que contrató el equipo, que terminaron ocupando todos los puestos disponibles para extranjeros en el roster. Sus oportunidades de jugar con el primer equipo se redujeron tanto que el club terminó transfiriéndolo a los Halcones de SoftBank para que éstas pudieran aumentar.
 
   En resumen, no sólo hace falta ser un buen pelotero, sino también tener una gran capacidad de adaptación y sacrificio, caerle bien al manager, mantenerse sano, tener buena suerte y, sobre todo, tener mucha paciencia, para poder triunfar en el béisbol profesional japonés. Esta es la razón por la que la mayoría de los latinos y los extranjeros en general no duran más de un año en la NPB.
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