Jue, 25 Abr 2024 19:25 PM

El crimen sin castigo de Ken Kato

   El quinto juego de la Serie de Japón 2012, disputado el pasado primero de noviembre en el Sapporo Dome, será recordado por mucho tiempo por el increíble cambio de opinión del umpire principal en una jugada en la que un bateador pretendió ser golpeado por la pelota cuando en realidad no lo fue.
 
   Vamos primero con los hechos. En la apertura del cuarto episodio, el relevista de los Luchadores de Nippon Ham Kazuhito Tadano lanzó una recta alta y adentro al receptor de reserva de los Gigantes de Yomiuri Ken Kato, quien se disponía a realizar un toque de sacrificio.
 
   Al ver que la recta se le venía encima, Kato retiró rápidamente tanto su cabeza como el bate para evitar que le pegara la pelota. A primera vista, la pelota pareció tocar la punta de su bate y salir disparada hacia atrás, mientras que el bateador se dio vuelta y cayó al suelto.
 
   El umpire principal, Koichi Yanada, levantó de inmediato ambas manos y las movió hacia los lados señalando el foul y el receptor Shinya Tsuruoka se paró y se volteó hacia él para pedirle una nueva pelota, mientras que Kato caía al piso.
 
   Sólo después de eso fue que ambos se voltearon a ver al bateador, que parecía estar quejándose en el piso de que la pelota le había pegado en la cabeza. Ninguno de los dos parecía convencido de que algo le había pasado hasta que el manager de Yomiuri, Tatsunori Hara, se acercó al plato junto a varios asistentes para chequear su estado.
 
   Unos segundos después el umpire se acercó al grupo a ver al bateador y tras escuchar unas palabras de Hara reaccionó sorprendido, como diciendo “¿qué, le pegó la pelota?”.
 
   Sólo entonces, y para sorpresa de todos, el umpire declaró que la pelota le había pegado al bateador y que, por lo tanto, éste debía avanzar a la primera base. Además, como consecuencia de ello, también expulsó al lanzador por realizar un lanzamiento peligroso.
 
   El manager de Nippon Ham, Hideki Kuriyama, saltó de inmediato al campo a protestar la decisión, pero tras varios minutos de discusión no le quedó más remedio que aceptarla y regresarse al dugout.
 
   La repetición de la jugada en cámara lenta mostró que la pelota no estuvo ni cerca de golpear al bateador, sino que más bien rozó la punta del bate y luego tocó el borde de la mascota del receptor antes de salir disparada hacia atrás.
 
   El sentimiento general de todos los que presenciaron la jugada en vivo se puede resumir en las palabras de los comentaristas de la transmisión televisiva: “¡Ah, caramba! ¿Eso como que fue… un foul? Si la pelota le pegó a Kato, Yomiuri va a protestar… (Después de ver al bateador quejándose en el piso) ¿Dónde le habrá pegado la pelota? ¿Quizás le pegó en el casco después de golpear el bate? No estoy seguro de qué fue lo que pasó…”.
 
   (Luego de ver la repetición en cámara lenta): “Ah, caramba, pero no fue la pelota lo que le pegó, parece que se pegó con su propio bate… la pelota no le pegó en ninguna parte, así que debe estar bien… (Luego de que el umpire le indica al bateador que se vaya a la primera base): ¿golpeado por el pitcher?… ¡¿golpeado por el pitcher?!”.
 
   Ahora vamos con el debate. La mayoría de la gente está criticando al bateador Kato por fingir de una manera tan descarada que la pelota le pegó en la cabeza cuando en realidad ni siquiera estuvo cerca de tocarlo, y resulta difícil no compartir esta posición.
 
   Él declaró después del juego que se asustó mucho porque hace unos años atrás le dieron un pelotazo en la cabeza y eso lo traumatizó y que cuando cayó al piso estaba muy confundido, pero esa explicación no parece demasiado creíble.
 
   Un bateador que se asusta con un lanzamiento se lanza al suelo y luego se queda quieto esperando a que se le pase el susto, no se lleva las manos a la cabeza (se llevó las manos al lado equivocado, por cierto, no es posible que ni la pelota ni el bate le hubiesen pegado en esa parte) ni se mueve frenéticamente pretendiendo que la pelota lo golpeó.
 
   Otra buena parte del público opina que la culpa principal es del umpire, por haber declarado que el bateador fue golpeado cuando en realidad no lo fue. En esto también estamos de acuerdo.
 
   Los umpires son seres humanos y se equivocan y no es justo juzgarlos tan severamente por sus errores cuando ellos no tienen la ventaja de ver las repeticiones de las jugadas en cámara lenta, pero en este caso no se trata de que haya tomado la decisión equivocada sino de que, claramente, cambió su decisión después de escuchar la protesta del manager de Yomiuri.
 
   Si el umpire hubiese declarado que el jugador había sido golpeado por el lanzamiento de inmediato, entonces se podría entender que cometió un error, pero ese no fue el caso, primero declaró el foul y luego cambió de opinión.
 
   Lo más sorprendente de todo el asunto es que, al parecer, tanto el bateador como el umpire se van a salir con la suya ya que la NPB no tiene planeado ni llamarles la atención ni multarlos de alguna forma.
 
   El brasileño Rivaldo fue multado con 7.350 dólares por la FIFA por fingir, durante un juego contra Turquía en el Mundial de Fútbol 2002, que recibió un pelotazo en la cara por parte de un rival cuando en realidad la pelota le pegó en el muslo. Al menos en su caso la pelota sí le pegó en una parte de su cuerpo, pero en el caso de Kato la pelota ni siquiera lo tocó.
 
   Resulta increíble que en una liga en la que los jugadores son bajados al equipo menor como castigo por su pobre rendimiento o porque simplemente la prensa sensacionalista puso al descubierto sus relaciones extramaritales, este tipo de engaño descarado no sea castigado de la misma manera.
 
   El hecho de que ni su propio equipo, que se precia de ser un ejemplo de caballerosidad para el resto de la liga, ni la NPB planeen multarlo es realmente lamentable. Una actuación como la suya representa una deshonra para el deporte, para su club y para la liga. Si se le deja salirse con la suya, ¿qué ejemplo se le está dando al resto de los jugadores para el futuro?
 
   Lo mismo va para el umpire, que tras terminado el partido le declaró a los medios que él vio que la pelota le pegó a Kato en el casco, pero que cuando fue confrontado por el manager de Nippon Ham en el terreno su explicación fue otra.
 
   Un espantoso error de los árbitros de remplazo en el fútbol americano a finales de septiembre produjo un tumulto de tal magnitud que apenas unos días después la NFL se vio forzada a ponerle punto final a su disputa laboral con los árbitros regulares y a firmar un nuevo contrato laboral para devolverlos al terreno lo antes posible. La credibilidad del deporte estaba en peligro y la NFL decidió no correr más riesgos.
 
   En este caso, el umpire Kanada también puso en peligro la credibilidad de todos sus colegas, pero ni Nippon Ham planea presentar una protesta formal por su repentino cambio de decisión (él y el manager Kuriyama son viejos compañeros de equipo y, al parecer, buenos amigos) ni la NPB planea llamarle la atención o multarlo de alguna forma.
 
   Incluso el comisionado Ryozo Kato, que acertó hace unos días al invitar a los 12 clubes de la NPB a pensar en iniciativas para hacer la liga más atractiva para los jóvenes japoneses que ahora prefieren irse a las Grandes Ligas sin jugar primero en su propio país, ha fallado en este caso al mantenerse en silencio con respecto a lo ocurrido. Todo esto es, ciertamente, muy lamentable.
 
   El único punto positivo que ha producido el incidente ha sido la movilización espontánea de los fanáticos de Nippon Ham, que han dejado de ser testigos pasivos de la situación para tomar acción con respecto a lo ocurrido.
 
   Durante el juego, abuchearon sonoramente a Kato en sus dos siguientes turnos al bate, algo que muy rara vez se ve en un estadio en Japón, y luego han inundado de llamadas telefónicas y correos electrónicos tanto a Yomiuri como a la NPB manifestando, con palabras muy duras según la prensa deportiva japonesa, su descontento con lo sucedido.
 
   Los felicitamos por su iniciativa y esperamos que continúen ejerciendo presión para que este tipo de incidentes no queden impunes. Después de todo, son ellos, con su asistencia masiva y su seguimiento constante, los que mantienen viva a la liga.
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