La idolatría de los japoneses por Shigeo Nagashima

   Cuando en occidente hablamos de las grandes figuras históricas del béisbol japonés el primer nombre que se nos viene a la mente es Sadaharu Oh, el hombre de los 868 jonrones de por vida y poseedor de numerosos récords en la NPB.
 
   Sin embargo, dentro de Japón, la figura más querida, admirada e idolatrada del deporte es Shigeo Nagashima, a pesar de que sus números están muy por debajo de los de Oh y otros cuantos jugadores más.
 
   ¿Por qué, entonces, tiene un estatus superior al de cualquier otro pelotero en la historia de la pelota nipona? La respuesta es más simple de lo que se pudiera pensar. Se trata de amor, puro y simple, incondicional, de ese que no escucha razones.
 
   En la NPB pueden verse varios ejemplos de este tipo de amor, como en el caso de los Tigres de Hanshin, el equipo más popular de la región de Kansai, al suroeste del país. A pesar de ser el club con menos títulos de la liga, sus fanáticos lo apoyan incondicionalmente y abarrotan las gradas de su estadio durante cada partido, incluso cuando el conjunto tiene tiempo de haber sido eliminado.
 
   En el caso de Nagashima, sin embargo, el amor alcanza niveles inverosímiles. Ayer mismo se celebró una ceremonia en el Tokyo Dome para honrar la carrera de Hideki Matsui, quien anunció su retiro del béisbol el pasado mes de diciembre. Los Gigantes de Yomiuri, el equipo con el que debutó profesionalmente en Japón, no quisieron dejar pasar la oportunidad de reconocer sus logros, por lo que tomaron la iniciativa de organizarle un evento especial para despedirlo como jugador activo.
 
   Mientras planificaban la ceremonia, se les ocurrió que sería bueno incluir la participación de Nagashima, quien fue su manager y mentor en el club al momento de su debut como pelotero, y después decidieron que sería aún mejor otorgarles a ambos el Premio de Honor del Pueblo, un galardón que ofrece el gobierno nipón a todas aquellas figuras famosas que son altamente queridas por el público general.
 
   El resultado fue que, además de tener un estadio repleto, la atención de los fanáticos y la prensa se centró mucho más en la figura de Nagashima que en la de Matsui, a pesar de que el amor que le tienen los fanáticos a este último es tan incondicional como el que le tienen al primero (para más detalles, lean nuestra columna pasada El relativo éxito de la carrera de Hideki Matsui).
 
   Analicemos primero los números de Nagashima. En las 17 temporadas que duró su carrera, conectó 2.471 hits (9no de todos los tiempos) y 444 jonrones (14to), anotó 1.270 carreras (12mo), empujó 1.522 (7mo), recibió 969 boletos (16to), registró un porcentaje de slugging de .540 (11mo) y un promedio de bateo de .305 (12mo) en 2.186 partidos disputados (28vo).
 
   Como notarán, sus números no lo colocan entre los cinco mejores de ninguna de las categorías ofensivas en las que solía brillar mientras estaba activo, por lo que difícilmente se podría afirmar que es el mejor jugador japonés de todos los tiempos.
 
   Por supuesto, la relativa brevedad de su carrera (17 campañas, comparadas con las 20 o más que jugaron los que lo superan) le impidió producir mejores números, pero es un hecho que sus resultados no lo colocan como el mejor de la historia.
 
   Su posición mejora mucho más cuando se toman en cuenta sus logros individuales. Sus 6 títulos de bateo lo colocan como el tercer mejor, después de Ichiro Suzuki e Isao Harimoto, quienes consiguieron 7 cada uno.
 
   Sus 5 títulos de carreras empujadas también lo colocan como el tercer mejor, detrás de Oh (13) y Katsuya Nomura (6), e igualado con Hiromitsu Ochiai (5), y sus 5 galardones al Jugador Más Valioso de la temporada regular lo colocan segundo, después de Oh (9) e igualado con Nomura (5).
 
   En el renglón de hits conectados sí posee el récord nacional, después de liderar la Liga Central 10 veces en ese departamento, pero el escenario en el que sí es el rey indiscutible es la Serie de Japón, donde es el primero en galardones al Jugador Más Valioso (4), promedio de bateo (.343), hits (91), dobles (14) y carreras empujadas (66).
 
   Obviamente, sus 13 viajes a la Serie de Japón le dan una ventaja insalvable sobre sus competidores, pero como ya hicimos notar anteriormente el hecho es que fue capaz de cosechar esos números y por lo tanto sus marcas son merecidas.
 
   El escritor norteamericano Robert Whiting, uno de los máximos expertos extranjeros en materia de béisbol japonés, hace lo que él mismo reconoce como apenas un intento de explicar el amor y la admiración que sienten los japoneses por Nagashima en su libro El bate y el crisantemo (1977).
 
   “La adulación que sienten los japoneses por Nagashima es inigualable, ni siquiera por los admiradores de Babe Ruth durante sus años con los Yanquis de Nueva York. De todos los héroes deportivos del mundo, solo el brasileño Pelé se puede acercar a la estatura de Nagashima. Desde los días de Joe DiMaggio ningún atleta americano en ningún deporte profesional se ha acercado a capturar la imaginación del público de la manera que Nagashima lo ha hecho en Japón. Joe Namath y Mohammed Ali tuvieron sus detractores. Nagashima no tiene ninguno. De hecho, no ha habido ninguna figura pública americana desde John F. Kennedy, en la cúspide de su popularidad, que pudiera ser comparado con Nagashima como símbolo de orgullo nacional”.
 
   “Nagashima representaba una raza completamente nueva de pelotero japonés. Era abiertamente codiciado por los equipos americanos y su imagen de súper estrella simbolizaba el nuevo estatus de súper potencia que Japón estaba adquiriendo después de una década de postguerra de mucha escasez. El público japonés nunca había tenido un héroe como Nagashima y lo adoraba con un celo sin precedentes. Antes de que se casara a los 29 años, por ejemplo, la identidad de su futura esposa era causa de preocupación nacional”.
 
   En una cultura que sacrifica el bienestar individual en favor del colectivo, el ascenso al estrellato de Nagashima, que ya era famoso desde sus días de béisbol colegial y universitario, despertó la admiración de todos los japoneses, que día a día debían suprimir sus deseos personales en favor del bienestar general.
 
   Por supuesto, el innegable talento que tenía para practicar el deporte y la ferocidad con la afrontaba cada jugada y cada partido también contribuyeron a construir su leyenda. Su capacidad para responder en situaciones de alta presión era especialmente admirada.
 
   Quizás su hazaña más grande fue la de conectar un jonrón que dejó en el terreno a los Tigres de Hanshin en el primer juego de béisbol al que asistió el emperador, en mayo de 1959. El partido estaba empatado a 4 carreras en el cierre del noveno episodio y el emperador debía retirarse a las 9:30 de la noche, por lo que si el juego se extendía a entradas adicionales éste no podría ver el final del mismo.
 
   Con el mejor relevista de Hanshin sobre el montículo todo parecía indicar que eso sería lo que ocurriría, pero Nagashima conectó un dramático jonrón solitario que ganó el juego para Yomiuri y le dio una sonrisa de satisfacción al emperador. Para muchos japoneses, ese sigue siendo el mejor juego de béisbol jamás jugado en el país.
 
   Pero al final, a pesar de su gran talento, fue realmente su agradable personalidad lo que enamoró más allá de toda razón a los fanáticos. Era alto, fuerte, apuesto y representaba el arquetipo ideal del caballero japonés. Su gran humildad y cortesía, a pesar de su estatus de estrella, despertaron la admiración de todos y la manera en que siempre se regía por las más típicas costumbres japonesas, le garantizaron el amor de todos sus compatriotas.
 
   Como sus números lo demuestran, no estuvo siquiera cerca de ser el mejor jugador japonés de todos los tiempos. Como manager, carrera que empezó justo después de retirarse como pelotero activo, dejó mucho que desear, a pesar de mantenerse en el puesto por largos períodos de tiempo.
 
   Sin embargo, su personalidad, humildad y carisma, sumadas a su gran talento para practicar el deporte, lo convirtieron y todavía lo mantienen como la figura más querida y admirada de la historia del béisbol japonés.
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