Jue, 25 Abr 2024 07:41 AM

¿Por qué Balentien sí y Bass, Rhodes y Cabrera no?

   El curazoleño de las Golondrinas de Yakult Wladimir Balentien disparó 2 cuadrangulares este domingo para totalizar 57 en lo que va de campaña y romper quizás el récord más sagrado del béisbol japonés: los 55 jonrones que sumó el legendario Sadaharu Oh en 1964.
 
   Considerando que la marca se mantuvo vigente por 49 años y que a los 3 toleteros que amenazaron con romperla en el pasado les negaron descaradamente la oportunidad de hacerlo, cabe preguntarse ahora ¿por qué Balentien sí pudo lograrlo?
 
   Antes de intentar responder a esta interrogante hagamos primero un breve resumen de los hechos. Oh, en la que apenas fue su cuarta campaña completa como profesional, impuso un nuevo récord para la NPB al conectar 55 vuelacercas en la campaña de 1964. Su estacazo número 55 llegó en el último partido de un calendario de 140 juegos.
 
   Ningún otro jugador, japonés o extranjero, logró siquiera superar la barrera de los 50 estacazos en una temporada (con la excepción del propio Oh, que lo logró 2 veces más) hasta que en 1985 el norteamericano Randy Bass, en ruta a ganar la primera de sus dos triples coronas consecutivas y el galardón al Jugador Más Valioso de la temporada regular, llegó a los 54 vuelacercas con 2 partidos por disputar en un calendario de apenas 130 juegos.
 
   No obstante, para su desilusión, recibió 5 boletos (4 intencionales) en sus últimas 8 visitas al plato para quedarse a las puertas de igualar el prestigioso récord. El poderoso zurdo, que pertenecía a los Tigres de Hanshin, tuvo la mala suerte de enfrentarse a los archirrivales de su equipo, los Gigantes de Yomiuri, que para colmo estaban dirigidos por el propio Oh, en esos últimos 2 encuentros y apenas pudo ver lanzamientos cercanos a la zona de strike.
 
   En el primero de esos dos juegos sólo vio lanzamientos buenos en dos turnos: en uno conectó un sencillo y en el otro falló con un elevado al cuadro. En el segundo, hubiese recibido 5 boletos intencionales si no fuese porque en uno de los turnos estiró los brazos para hacer contacto con un lanzamiento que no estaba tan lejos del plato y sumar un sencillo.
 
   Pasaron 16 años más antes de que otro jugador pusiera de nuevo en peligro el récord. En la campaña 2001, el norteamericano Karl “Tuffy” Rhodes igualó la marca de 55 jonrones con 5 partidos por disputar en el calendario, pero a pesar del tiempo que había pasado y lo mucho que había cambiado el béisbol japonés desde la era de Bass, la historia se repitió.
 
   Al igual que Bass, el conjunto de Rhodes, los Búfalos de Kintetsu, se enfrentó a los Halcones de Daiei (hoy Halcones de SoftBank), que por esas cosas del destino estaban dirigidos por el propio Oh, en una serie de 3 juegos al final de la campaña y simplemente no recibió lanzamientos buenos en ninguno de ellos, por lo que también se quedó a las puertas de romper el récord.
 
   Oh negó haber ordenado a sus lanzadores que no le hicieran buenos lanzamientos a Rhodes y, de hecho, el coach de pitcheo Yoshiharu Wakana admitió que la orden había provenido de él. A diferencia del caso de Bass, en esta ocasión los fanáticos y los medios en general criticaron la actitud de Daiei y hasta el propio comisionado de la NPB tildó la actitud del equipo de “antideportiva”.
 
   Un año más tarde, la historia se repitió casi al carbón. El venezolano Alex Cabrera, de los Leones de Seibu, disparó su cuadrangular 55 con 5 partidos restantes en el calendario, igualando a Oh y Rhodes, pero una vez más su equipo tuvo que enfrentarse tres veces a los Halcones de Daiei, todavía dirigidos por Oh, en la recta final de la campaña y, como consecuencia, no vio nada cercano a un strike. Al igual que Bass y Rhodes, Cabrera se quedó con la frustración de saber que nunca recibió la oportunidad de superar la marca.
 
   Conociendo todo esto, volvemos a nuestra pregunta original. ¿Cómo es posible que a Balentien, siendo también extranjero, sí lo hayan dejado romper el récord y a Bass, Rhodes y Cabrera no? Las razones son varias y vale la pena analizarlas aquí.
 
   La más importante de todas es que, en un caso similar al de Mark McGwire y Sammy Sosa cuando ambos superaron el récord de jonrones de las Grandes Ligas en 1998, el curazoleño alcanzó los 55 estacazos con nada menos que 22 partidos restantes en el calendario.
 
   Hubiese sido casi imposible no lanzarle strikes o darle exclusivamente boletos intencionales por un período de tiempo tan largo. Si los lanzadores rivales no pudieron detenerlo durante los primeros 122 partidos iba a ser muy difícil que lo lograsen durante los últimos 22.
 
   Otro punto crucial es que Balentien no tuvo que enfrentarse, ni en los días previos ni en los días posteriores al récord, a Yomiuri (el equipo original de Oh) o a un conjunto dirigido por Oh, como sí ocurrió con Bass, Rhodes y Cabrera, por lo que no existió ninguna presión por parte de los clubes rivales para tratar de evitar que superase la marca.
 
   Adicionalmente, con las Golondrinas de Yakult estancadas en el foso de la clasificación de la Liga Central y perdiendo la mayoría de sus partidos a pesar de los jonrones de Balentien, ningún conjunto rival acusó la presión de lanzarle con cuidado ya que, aun concediéndole un cuadrangular, su triunfo no estaba en peligro.
 
   También debe agregarse el hecho de que, 11 años después del caso de Cabrera, las cosas han cambiado todavía más en el béisbol japonés, por lo que el aprecio y el respeto que se tiene ahora por los jugadores extranjeros son mucho mayores que en el pasado.
 
   Los Tigres de Hanshin y los Carpas de Hiroshima, por ejemplo, declararon públicamente que no evitarían lanzarle a Balentien cuando se enfrentasen a él y cumplieron su promesa. Esto hubiese sido casi imposible de ver en el pasado.
 
   Durante la era de Bass, algunas de las estrellas japonesas tuvieron la honestidad de admitir públicamente que hubiese sido vergonzoso para la liga que un extranjero rompiese el récord y que esa había sido la razón principal por la cual le cerraron las puertas al toletero de Hanshin.
 
   Para el momento en que Rhodes y Cabrera llegaron a la escena, el punto de vista de los fanáticos y los medios había cambiado, pero secretamente algunos miembros influyentes de la comunidad beisbolística nipona defendían las viejas ideas de evitar que los extranjeros quebraran marcas importantes y de alguna manera sus deseos prevalecieron.
 
   En esta ocasión, prácticamente nadie mostró preocupación por la posibilidad de que cayera el récord de Oh. Por el contrario, el presidente de Yakult incluso le ofreció un bono especial de 50 mil dólares a Balentien si lograba romper la marca.
 
   Visto en términos generales, Bass tenía todo en su contra para superarla. Sólo tenía 2 juegos para tratar de lograrlo, Hanshin estaba a punto de ganar el título de la Liga Central y para colmo se estaba enfrentando a su archirrival Yomiuri que, además de estar dirigido por Oh, estaba dispuesto a hacer todo lo posible para proteger el récord y aguarle la fiesta a Hanshin.
 
   Rhodes y Cabrera tuvieron mejores posibilidades. Ambos lograron igualar la marca y contaron con 5 partidos cada uno para tratar de superarla. Sin embargo, y a pesar de que los fanáticos sí los apoyaban en sus respectivos intentos, los dos jugaron para clubes que estaban peleando por el título de liga y tuvieron además la mala fortuna de toparse con un equipo dirigido por Oh y con la influencia de la “vieja guardia” del béisbol japonés, que todavía infundía mucho miedo en los jugadores que se atrevieran a desafiarla.
 
   Balentien, por el contrario, tenía todo a su favor. Contó con muchos más juegos para romper el récord, el apoyo masivo del público, nunca se enfrentó a un equipo dirigido por Oh y jugó para un club que no representaba una amenaza para nadie y que seguía perdiendo a pesar de sus jonrones. Por lo tanto, no resulta ninguna sorpresa que haya logrado imponer un nuevo récord de cuadrangulares para la NPB.
 
   Con 18 partidos todavía por disputar, su total de 57 vuelacercas podría crecer aún más e incluso superar la hasta hace poco impensable barrera de los 60 estacazos.
 
   El propio Oh resumió a la perfección el sentimiento general del público japonés poco después de que el caribeño superase su marca. “[Balentien] rompió el récord de manera abrumadora y está bateando jonrones a un increíble ritmo de uno cada dos juegos. Sin duda ha descifrado cómo ser un exitoso bateador de pelotas largas. Al igual que los fanáticos, estoy ansioso por ver cuántos más puede disparar”.
 
   Eso es lo mismo que queremos ver todos.
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