Razones para elegir a Nomo al Salón de la Fama

   El lanzador japonés Hideo Nomo, quien disputó 12 temporadas en las Grandes Ligas entre 1995 y 2008, se convirtió recientemente en el primer representante de su país en ser incluido en la boleta de selección para el Salón de la Fama de Cooperstown.
 
   Parece difícil que los números que registró durante este período, un récord de 123-109, con 1.918 ponches y una efectividad de 4.24 en 1.976 entradas y un tercio, a pesar de incluir 2 juegos sin hits ni carreras, le ganen la simpatía de los votantes.
 
   No obstante, lo que sí debería despertar considerablemente la atención de los representantes del panteón de los inmortales del béisbol norteamericano es el increíble legado que dejó su carrera en el deporte, tanto en Japón como en los Estados Unidos.
 
   Su literal escape de las cadenas contractuales de la liga japonesa, que si bien estuvo apegado a la legalidad fue realizado en contra de la voluntad de todo el país, incluyendo su propio padre, y por el cual fue incansablemente criticado, abrió las puertas para la llegada a las mayores del resto de las grandes estrellas niponas que vemos en acción en la actualidad.
 
   Si no hubiese sido por la valentía con la que Nomo desafió al sistema japonés, Ichiro Suzuki, Hideki Matsui, Kazuhiro Sasaki, Daisuke Matsuzaka y Yu Darvish, entre muchos otros, jamás hubiesen podido venir a jugar a las Grandes Ligas.
 
   Adicionalmente, el positivo impacto económico que su llegada y la del resto de sus compatriotas a las mayores ha producido a la industria del béisbol organizado, tanto en Japón como en los Estados Unidos, es prácticamente incalculable.
 
   Las ventas de derechos televisivos y radiales para transmitir los juegos de las mayores en vivo en Japón, de contratos publicitarios a patrocinadores japoneses, de entradas para los partidos, incluyendo los costos de transporte aéreo y hospedaje de los fanáticos que viajan a ver a sus estrellas en vivo, y de artículos deportivos con los nombres de dichos jugadores se calculan hasta los momentos en un ingreso aproximado de 400 millones de dólares para las Grandes Ligas, y en este caso sólo hablamos de dinero proveniente de Japón.
 
   El ingreso que han producido estos mismos renglones a través de otros mercados como los de los Estados Unidos y los de otros países fanáticos del béisbol, que también es considerable, debe contarse aparte.
 
   Quizás el impacto más grande causado por la partida de Nomo fue el inicio de las transmisiones en vivo de los juegos de las Grandes Ligas en Japón en las mañanas, algo que no sólo se ha convertido en una costumbre que ya está muy arraigada sino que también ha desviado la atención de los fanáticos de la liga local.
 
   Ansiosos por ver a sus ídolos nacionales jugar y triunfar en las mayores cada mañana, muchos fanáticos japoneses han disminuido la intensidad de su interés por la liga local, lo que ha afectado, sobre todo, a los Gigantes de Yomiuri, quienes solían ser el equipo más idolatrado de la nación. Ahora, a pesar de seguir siendo el club más popular del país, su seguimiento ha bajado a un segundo plano con respecto a las hazañas de Ichiro, Matsui, Darvish y, más recientemente, Koji Uehara y Junichi Tazawa con los Medias Rojas de Boston.
 
   Otro factor primordial que entró en juego tras la partida de Nomo fue el llamado Sistema de Traspasos, que permite a los jugadores japoneses que todavía no son agentes libres irse a jugar a la Gran Carpa a través de una subasta en la que el equipo norteamericano que ofrezca más dinero logra firmar al pelotero en cuestión y liego le paga el costo del traspaso a su club en Japón.
 
   La forma en la que Nomo logró mudarse a las Grandes Ligas ya la hemos descrito con anterioridad, pero vale la pena repetirla brevemente aquí.
 
   Nomo era el lanzador estrella de los Búfalos de Kintetsu (hoy Búfalos de Orix) y venía de liderar la Liga del Pacífico en victorias por cuatro campañas consecutivas, empezando con la de su debut profesional en 1990. No obstante, en 1994 un nuevo manager llegó al club y decidió cambiarle su mecánica de trabajo por considerarla inadecuada.
 
   El joven lanzador, que no estaba dispuesto a ser víctima del tal abuso y que desde hace tiempo tenía el sueño de medir su talento en el mejor béisbol del mundo, se puso en contacto con el ahora famoso agente Don Nomura para intentar buscar una salida al contrato que lo ligaba a Kintetsu por las próximas 6 temporadas.
 
   Nomura contactó al ahora famoso abogado californiano Arn Tellen, quien tras revisar con cuidado una copia traducida al inglés del contrato del jugador, encontró una cláusula relacionada al retiro voluntario de los peloteros.
 
   La misma cláusula existe en los contratos regulares de las Grandes Ligas, pero con una diferencia fundamental: en los Estados Unidos, un jugador que decide retirarse voluntariamente del juego puede regresar luego a la acción, pero sólo con el mismo equipo del que se retiró originalmente hasta que termine de cumplir su contrato. En Japón, la regla es la misma, con la excepción de que el jugador retirado debe retornar a su club original, pero sólo si desea seguir jugando en su país.
 
   En otras palabras, si Nomo deseaba retirarse voluntariamente de Kintetsu podía hacerlo en cualquier momento y desde ese instante tendría la libertad legal de irse a jugar a las Grandes Ligas, y eso fue exactamente lo que hizo.
 
   Cuando terminó la temporada 1994 se reunió con la gerencia de su club, pidió un aumento de sueldo exagerado que sabía que le iban a negar, al no recibirlo declaró su deseo de retirarse y tras una airada pelea los ejecutivos, en la que éstos los retaron a que firmase sus papeles de retiro, éste lo hizo sin titubear.
 
   Luego Nomo y Nomura anunciaron su intención de buscar un contrato en los Estados Unidos, lo que tomó por sorpresa tanto a Kintetsu como a la NPB, que ingenuamente había confirmado la interpretación de la cláusula sin imaginarse que un jugador japonés, especialmente uno de tan elevado estatus, se atrevería jamás a utilizarla de esa forma. Está demás decir que ese fue uno de los episodios más embarazosos jamás sufridos tanto por el club como por el béisbol japonés en general.
 
   El resultado de esta experiencia, sumado a otros dos casos más o menos similares, fue la adopción, en 1998, del llamado Sistema de Traspasos, que fue inventado como una forma de compensar a los equipos japoneses por la pérdida de sus mejores estrellas, que tras ver el ejemplo de Nomo ahora deseaban irse en números cada vez mayores a la Gran Carpa.
 
   A pesar de sus imperfecciones, este acuerdo entre NPB y MLB le ha permitido hasta ahora a 11 jugadores japoneses que todavía no se habían convertido en agentes libres irse a las mayores y a sus respectivos clubes recibir un total aproximado de 141 millones de dólares como compensación.
 
   Las dos transacciones más notables fueron las de Daisuke Matsuzaka, por quien los Medias Rojas de Boston pagaron $51.111.111,11 de dólares en 2006, y Yu Darvish, por quien los Vigilantes de Texas desembolsaron $51.703.411,00 en 2011.
 
   Nomo ganó el premio al Novato del Año en la Liga Nacional en su primera temporada en las mayores y también fue electo al Juego de las Estrellas. Con esos dos logros también le dio inicio no sólo a la participación de sus compatriotas en MLB pero también a su éxito y a su cosecha de títulos y éxitos.
 
   Ichiro también ganó en su primera campaña el premio al Novato del Año de la Liga Americana, además del título de bateo (.350), el título de bases robadas (56) y el galardón al Jugador Más Valioso del circuito, además de participar en el Juego de las Estrellas 10 veces consecutivas y ganar 10 Guantes de Oro seguidos. Por si esto fuera poco, implantó 2 récords casi inquebrantables: 262 hits en una temporada y 10 campañas en fila con 200 o más hits.
 
   Hideki Matsui, mientras defendía la camiseta de los Yanquis de Nueva York, ganó el premio al Jugador Más Valioso de la Serie Mundial en 2009, mientras que Matsuzaka se coronó campeón con Boston en 2007, al igual que lo hicieron Uehara y Tazawa este año.
 
   Como mencionamos al principio, los periodistas deportivos norteamericanos normalmente se guían por los números y las grandes actuaciones de los candidatos al Salón de la Fama para decidir sus votos. En el caso de Nomo, ya sabemos que sus estadísticas no son suficientes para concederle el ingreso en este momento.
 
   Sin embargo, cuando su caso pase al comité de veteranos en el futuro sus credenciales serán evaluadas desde otros puntos de vista que no se limitarán sólo a sus números sino también al aporte que hizo deporte en general.
 
   Entre estos se incluye la figura del “pionero”, a quien un representante del Salón de la Fama de Cooperstown definió en una entrevista hace unos años como “alguien que da inicio a una tendencia”.
 
   Si esa es la definición bajo la cual será evaluado, la palabra “pionero” se quedará corta para describir el abrumador impacto que la carrera de Nomo tuvo y todavía tiene tanto en las Grandes Ligas como en el béisbol japonés.
 
   Puede que tengamos que esperar 15 o 20 años para presenciar la introducción de Hideo Nomo en el Salón de la Fama de las mayores, pero eso no nos disturba en lo más mínimo porque, desde nuestro punto de vista, es sencillamente inevitable.
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