Sáb, 20 Abr 2024 06:20 AM

La Liga de Béisbol Profesional del Caribe (LBPC)

   Hace unos días tuvimos un interesante debate en Twitter acerca de la firma de peloteros latinos que ven acción en las ligas de invierno por parte de scouts japoneses, quienes de inmediato les impiden que continúen viendo acción.
 
   Esto, como es natural, enfurece a los fanáticos de los equipos afectados y también a sus dirigentes, al punto de que Luis Ávila, presidente de los Leones del Caracas de la liga venezolana, prometió impedirles asistir a los partidos de su equipo.
 
   Sin embargo, tal medida no resuelve el problema porque no corrige la raíz del mismo, que es el tipo de contrato que firman los jugadores con sus clubes en esas ligas.
 
   Según explicó el abogado y columnista de ESPN Arturo Marcano durante el debate, dichos contratos son por sólo una temporada y no reservan los derechos absolutos sobre los jugadores, por lo que cualquier club extranjero tiene, en principio, el derecho de firmarlos sin pedir permiso a su equipo invernal.
 
   Otros participantes del debate acotaron que, si bien los contratos son por sólo una temporada, estos sí obligan a los peloteros a cumplirlos hasta el final, por lo que los conjuntos japoneses estarían forzándolos a romper sus acuerdos con sus equipos y eso debería ser penalizado.
 
   De ser este el caso, entonces la solución es muy sencilla, los dirigentes de los clubes de las ligas invernales tienen que empezar a demandar a los clubes japoneses o asistir a la autoridad que sea necesaria para que ésta haga cumplir la ley e impedir que este tipo de interrupciones continúen ocurriendo.
 
   Ahora, por el contrario, si lo que explica Marcano es lo correcto y en términos legales los equipos de las ligas invernales no pueden hacer nada para evitar que sus jugadores sean firmados por conjuntos extranjeros, entonces sus dirigentes deberían, al menos, presentar una queja formal a la NPB o, mejor aún, intentar firmar un convenio con ésta para evitar que este tipo de situaciones vuelva a ocurrir.
 
   Si los equipos japoneses no tienen ningún impedimento legal que les prohíba actuar como lo están haciendo ahora parece difícil que acepten firmarlo, pero por otra parte, siendo ellos tan respetuosos de los convenios, puede que acepten si se les propone la idea.
 
   El punto está en que la iniciativa debe originarse desde los clubes del Caribe, y además de una manera seria y organizada, no con la actitud dictatorial y caudillista típica de los políticos de la región. Puede que al final no se logre el objetivo propuesto, pero al menos podrá decirse que se intentó. Y si por casualidad se logra el objetivo, entonces será un gran paso adelante para los clubes del Caribe.
 
   Sólo quejarse de la situación, como se ha hecho hasta ahora, no resolverá el problema. La única manera de progresar en este campo es haciendo algo al respecto.
 
   Por otra parte, no deben olvidarse los derechos de los jugadores. Ellos serán los primeros afectados en caso de que se tome una medida drástica que les impida firmar con clubes japoneses, o de otro país, y eso hay que tomarlo en cuenta antes de actuar.
 
   Por muy grande que sea el deseo de representar al equipo que le permitió convertirse en profesional, cualquier pelotero preferirá siempre jugar en una liga de verano, que dura casi todo el año y paga mucho mejor, que en una de invierno, que dura apenas 3 o 4 meses y cuyos salarios son más modestos.
 
   Un contrato de un año en el béisbol japonés, incluso si es modesto, le permite a un jugador mantener a su familia. Un contrato de 3 meses en una liga de invierno, no.
 
   Ahora, existe una alternativa mejor, si bien mucho más difícil de lograr, para resolver este problema de manera permanente: crear una liga de verano del Caribe, que pague mejores salarios a los peloteros latinos y cuyo calendario coincida con el de las ligas de Japón y los Estados Unidos.
 
   De esta manera, los equipos de estos países no llegarían a tratar de firmar jugadores latinos durante la recta final de la temporada, o incluso durante los playoffs, porque el calendario coincidiría con el de sus propias ligas. Mejor aún, se firmarían convenios con MLB y NPB en los que las contrataciones sólo ocurrirían durante el invierno, de manera que los jugadores que firmen un contrato con un equipo del Caribe estén obligados a jugar toda la temporada en el Caribe y sólo puedan irse a otras ligas después de que la campaña se ha terminado.
 
   Existen diversas formas de crear dicha liga, de manera que la que presentamos a continuación es sólo una propuesta para considerar. He aquí nuestra humilde idea para crear la que nos gustaría llamar Liga de Béisbol Profesional del Caribe (LBPC).
 
   Sería muy difícil crear una liga lo suficientemente fuerte en materia financiera en un solo país, por lo que la idea es crearla internacionalmente, de manera que con la ayuda de todos pueda salir adelante. Además, las rivalidades regionales aumentarían el interés del público en asistir a los juegos y apoyar a sus equipos.
 
   El primer gran sacrificio que debería hacerse es eliminar las ligas de invierno. Para que una liga como ésta funcione debe eliminarse todo tipo de competencia que pueda amenazar su éxito. Los equipos de invierno no desaparecerían, sino que simplemente se trasladarían a la nueva liga de verano.
 
   Como ya explicamos, un calendario de verano no sólo evitaría que otras ligas más poderosas tratasen de firmar a los jugadores propios en el momento más delicado de la campaña sino que también permitiría evaluar mejor el rendimiento de los mismos, ya que éstos trabajarían en condiciones similares a éstas: de abril a octubre y disputando entre 140 y 160 juegos por temporada.
 
   La LPBC tendría una organización similar a la de las Grandes Ligas. Para ahorrar costos de viaje y facilitar la logística de los juegos, las ligas y sus respectivas divisiones tendrían que estar constituidas por clubes provenientes de países vecinos o que estén muy cercanos geográficamente.
 
   Teniendo esto en cuenta, este es el formato que se nos viene a la mente. La LPBC estaría constituida por la Liga del Norte, conformada por equipos de México, Nicaragua, Panamá y Colombia, y la Liga del Sur, conformada por conjuntos de República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y Brasil.
 
   A su vez, cada liga tendría dos divisiones. La del Norte estaría conformada por la División Norte (clubes de México) y la Central (equipos de Nicaragua, Panamá y Colombia), mientras que la del Sur contaría con la División del Caribe (República Dominicana y Puerto Rico) y la División del Sur (Venezuela y Brasil).
 
   El primer equipo de cada división sería el campeón divisional y el segundo clasificado sería el “wild card”. Así, los playoffs de cada liga enfrentarían al campeón divisional contra el wild card de la división opuesta en una serie al mejor de 5 juegos. Luego, los dos ganadores se enfrentarían en una serie al mejor de 7 juegos para determinar al campeón de liga y luego los dos conjuntos ganadores se medirían en la Serie de Caribe, que ya no sería el torneo que se ha disputado hasta ahora sino la gran final de la LBPC, a un máximo de 7 juegos.
 
   ¿Con cuántos equipos contaría la LBPC? Si sumamos los equipos profesionales de los 8 países que mencionamos anteriormente (disculpen si se nos escapa alguno que no hayamos considerado, siempre podrá agregarse luego) tendríamos un total de 80 conjuntos, lo que obviamente representa una exageración.
 
   Para garantizar el éxito del proyecto, debe comenzarse con un número más manejable como, por ejemplo, 20 clubes: 10 por cada liga y 5 por cada división. No se crearían equipos nuevos sino que se utilizarían los ya existentes y, para empezar, se les daría prioridad a los más fuertes económicamente, más exitosos en materia deportiva, con mayor fanaticada y con estadios de mayor capacidad.
 
   Si más de 20 clubes cumplen con los requisitos necesarios, entonces podría comenzarse de una vez con, digamos, 24 equipos, pero repetimos, el éxito del proyecto dependerá de que se comience con una base manejable. Igual, siempre podrán agregarse más equipos en el futuro.
 
   Con los otros 60 equipos podría hacerse algo que no se utiliza normalmente en el béisbol, pero sí en el fútbol: crear divisiones inferiores, en este caso una segunda y una tercera división.
 
   Podría implementarse una regla como esta: el último clasificado de cada una de las cuatro divisiones descendería a la segunda división y el primer clasificado de la misma ascendería a la primera, y lo mismo entre la segunda y la tercera división. Esas dos divisiones inferiores harían las veces de las “ligas menores” de la LBPC.
 
   Luego, sólo hace falta copiar el modelo que ya existe en MLB e incluso en NPB. Tendríamos entrenamientos primaverales, un Juego de las Estrellas, un período de intercambio de jugadores que dure hasta el 31 de julio, una postemporada que incluya los wild card y una gran final llamada Serie del Caribe.
 
   Adicionalmente, se establecerían convenios de trabajo con MLB y NPB para evitar la firma de jugadores durante la temporada regular e incluso instituir un Sistema de Traspasos, un draft propio, un departamento de marketing encargado de negociar contratos televisivos con los Estados Unidos, Japón y cualquier otro país no perteneciente a la liga interesado en ver los juegos, además de vender artículos de los distintos equipos, y se elegiría a un comisionado que se encargase de supervisar todo.
 
   En cuanto a las nóminas de los equipos, no existiría un límite de importados en cuanto a los jugadores provenientes de los países que conforman la liga, pero sí en relación a los prevenientes de otros países, como los Estados Unidos y Japón. Por citar un ejemplo, el límite sería de 5 foráneos. De hecho, sería importante contratar a jugadores norteamericanos y japoneses para despertar el interés de esos países en los juegos de la liga y así garantizar mejores ingresos para la misma en materia de derechos televisivos.
 
   Imagínense lo emocionante que sería presenciar los juegos de una liga como la siguiente. Liga del Norte, División Norte: Diablos Rojos del México, Tigres de Quintana Roo, Sultanes de Monterrey, Naranjeros de Hermosillo y Yanquis de Obregón. División Central: Panamá, Herrera, Caimanes de Barranquilla, Tigres de Cartagena e Indios del Bóer.
 
   Liga del Sur, División Caribe: Tigres del Licey, Águilas Cibaeñas, Leones del Escogido, Cangrejeros de Santurce y Leones de Ponce. División del Sur: Leones del Caracas, Navegantes del Magallanes, Tigres de Aragua, Cardenales de Lara y Nippon Blue Jays (esto es sólo un ejemplo, cambien los equipos según su gusto).
 
   El objetivo sería convertir la LBPC en la tercera mejor liga de béisbol profesional del mundo, después de MLB y NPB. Con 20 equipos, contaría incluso con un número de clubes mayor al de la NPB, que sólo tiene 12, pero parece difícil que de entrada la pueda superar en términos económicos y de organización.
 
   Sin duda será un gran reto económico poner a funcionar una liga con estas características, pero no imposible. Sólo hacen falta tres cosas fundamentales para que se convierta en una realidad: el deseo de los equipos involucrados de que el proyecto salga adelante, una buena organización (algo a lo que parece le tenemos alergia y pensamos que es imposible) y el apoyo tanto de los gobiernos como de las grandes fuerzas económicas de la región, que sí existen. ¿Alguien tiene el número de Carlos Slim?
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