Cabrera y las medidas disciplinarias en la NPB

   La decisión tomada la semana pasada por parte de los Dragones de Chunichi de bajar al dominicano Daniel Cabrera a su equipo menor por supuesta pereza representa un buen ejemplo de cómo funcionan las medidas disciplinarias en la NPB.
 
   Todo comenzó cuando el espigado lanzador se resintió en la parte baja de su espalda durante los entrenamientos del 9 de febrero. A partir de ese día, para evitar una lesión mayor, el latino empezó a tomarse las cosas con mucha calma.
 
   No obstante, a pesar de la poca intensidad de sus movimientos y de lo mucho que estaba descansando, su condición no pareció mejorar en los días subsiguientes, lo que fue interpretado como una señal de pereza y de falta de compromiso con el trabajo del equipo por parte de sus entrenadores.
 
   Molestos por el mal ejemplo que eso representa para el resto de los jugadores del club, éstos decidieron bajar al caribeño a su equipo menor como castigo. Como suele ocurrir en este tipo de situaciones, su idea es mantenerlo ahí hasta que éste empiece a trabajar más duro y demuestre verdadero interés en regresar al equipo grande.
 
   Este tipo de medidas disciplinarias forman parte integral de la cultura japonesa, que protege celosamente su valor más preciado, la armonía del grupo, y que castiga con dureza a todo aquel que se atreva a quebrarla o amenace con hacerlo. Como dice el popular dicho: “el clavo que sobresalga, será vuelto a clavar”.
 
   En las Grandes Ligas también existen las medidas disciplinarias, pero éstas por lo general están limitadas por la practicidad. Bajar al jugador con el mayor salario a las ligas menores como castigo sólo porque está atravesando un mal momento ofensivo representa simplemente una pérdida de dinero. Resulta mejor sentarlo por un par de juegos y tratar de motivarlo de alguna forma a que recupere su ritmo usual.
 
   Además, existe la posibilidad de que el pelotero, por pura rebelión, se moleste con el club por el castigo recibido y juegue mal a propósito en las ligas menores para quedarse ahí y continuar ganando su gran salario sin hacer nada.
 
   En Japón, por el contrario, las cosas funcionan de otra manera. Para un equipo es mucho más importante demostrar que ningún jugador está por encima del resto –lo que pondría en peligro la armonía del grupo– que preocuparse por el mucho dinero que hay que pagarle. De otra manera, ¿cómo podrá mantener la disciplina entre sus jugadores?
 
   Es por esto que es muy común ver en la NPB a todo tipo de jugadores, incluyendo a las grandes estrellas y a los veteranos más queridos por los fanáticos, ser bajados al conjunto menor de su club como castigo porque están teniendo un mal momento ofensivo, porque se han visto envueltos en un escándalo fuera de los terrenos de juego o porque han violado de alguna forma el reglamento de la institución.
 
   Como la imagen, tanto personal como corporativa, tiene un valor tan importante en la sociedad japonesa, cualquier jugador que reciba un castigo de este tipo por lo general hará un gran esfuerzo para tratar de volver al equipo mayor lo antes posible, de manera de proteger su imagen. Incluso, le agradecerá al club el haberlo “motivado” a regresar a su estado natural.
 
   Un buen ejemplo de esto lo representa el venezolano Aarom Baldiris, quien en una entrevista nos comentó que una vez lo bajaron al equipo menor de su club porque no estaba bateando bien. Él mismo confesó estar perdido sobre el plato en ese momento y que el viaje a las ligas menores lo ayudó a reencontrarse con su rendimiento ofensivo regular.
 
   El cuidado de su imagen personal es la razón por la que los jugadores japoneses trabajan tan duro en las prácticas previas a los juegos, a veces olvidándose de guardar sus energías para el juego en sí. Más importante que ganar, es demostrar que uno se está esforzando para lograrlo. El resultado, propiamente dicho, es algo secundario.
 
   Un sistema de valores como éste pareciera ser el ideal, en especial cuando uno se da cuenta de lo caprichosos y egoístas que pueden llegar a ser algunos de los mejores jugadores de las Grandes Ligas, donde el individualismo y el ego están a la orden del día.
 
   Sin embargo, ningún sistema es perfecto y el utilizado en Japón tiene también sus problemas. En el caso del dominicano Cabrera, por ejemplo, si es cierto que sus molestias en la espalda no han mejorado, él está en todo su derecho de cuidarse para prevenir una lesión mayor que pudiera obligarlo a perderse parte o toda la temporada.
 
   En muchas ocasiones, molestias de este tipo son difíciles de identificar en un examen médico, por lo que al final todo se reduce a creerle o no al jugador. El club, en este caso, ha decidido unilateralmente que el caribeño está mintiendo, por lo que si éste de verdad está sintiendo dolores estaría siendo castigado de manera injusta.
 
   El legendario lanzador Hideo Nomo, quien aplicó en su carrera en la NPB la misma filosofía de abundante descanso entre aperturas que se utiliza en las Grandes Ligas, se vio envuelto en una difícil disputa en la temporada 1994 con el nuevo manager de su club, Keishi Suzuki.
 
   Suzuki, un tradicionalista que creía firmemente en la filosofía de “lanzar hasta morir”, acusó a Nomo de perezoso luego de ver lo mucho que descansaba entre aperturas y trató de forzarlo a cambiar su rutina de trabajo, a pesar de que éste venía de liderar su liga en victorias, blanqueos y ponches en las últimas 4 campañas.
 
   En un juego en julio de ese año, en el que Nomo estaba teniendo claros problemas de control, Suzuki se negó a sustituirlo y decidió dejarlo todo el partido sobre el montículo como castigo. Nomo, que a pesar de todo se llevó la victoria, otorgó nada menos que 16 bases por bolas y terminó realizando 191 lanzamientos.
 
   Como consecuencia del excesivo trabajo que se vio obligado a realizar esa temporada Nomo empezó a sentir molestias en su hombro, por lo que intentó descansar para poder recuperarse. Suzuki, fiel a su filosofía, lo tildó de perezoso y lo bajó al equipo menor como castigo. “La mejor forma de curar a un brazo adolorido es continuar lanzando, hasta que el dolor se vaya”, diría el famoso estratega.
 
   Por supuesto, Nomo terminó revelándose contra el orden establecido y realizando su famoso escape a las Grandes Ligas, donde desarrolló luego una exitosa carrera. No obstante, no todos los jugadores japoneses son tan valientes, por lo que muchos de ellos terminan viendo sus carreras interrumpidas abruptamente debido a disputas similares.
 
   Para los peloteros extranjeros la situación es más difícil todavía, ya que ellos son los más fáciles de culpar por todos los problemas del equipo, incluso cuando no son responsables de los mismos.
 
   El venezolano Alex Ramírez, veterano de 13 campañas en la NPB y poseedor de numerosos récords en la liga, vio forzada su salida el año pasado de las Estrellas de DeNA por una simple disputa personal con su manager, quien consideró que el venezolano no se estaba esforzando demasiado en defender bien el jardín izquierdo.
 
   Como castigo, Ramírez fue enviado al equipo menor y nunca más fue subido, a pesar de que su rendimiento sí mejoró en el segundo equipo. Ahora, a pesar de su gran estatus como jugador, se ha visto obligado a firmar con un equipo en una liga independiente para tratar de revivir su carrera.
 
   Con todo esto no estamos tratando de determinar quién tiene la razón entre el dominicano Cabrera y su equipo, sino simplemente explicar cómo funciona el sistema disciplinario en la NPB y cuáles son las razones que lo hacen entrar en acción.
 
   Desde el punto de vista japonés, esa es la forma en que su cultura ha trabajado desde los tiempos más remotos y como en la mayoría de los casos le funciona para mantener el orden parece difícil que vaya a cambiar en el futuro.
 
   En lo que respecta a los jugadores el mensaje es claro: si no pueden lograr algo, al menos deben pretender que lo están intentando, de lo contrario el club puede pensar que no se están esforzando lo suficiente y esto puede resultar en castigos severos.
 
   Repetimos, el sistema japonés no es perfecto y en ocasiones puede cometer injusticias, pero es el que hay y no queda otra que adaptarse a él si se pretende triunfar en la NPB.
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