Clubes de la NPB siguen valorando la experiencia

 

   Las recientes firmas del dominicano Tony Blanco con los Búfalos de Orix y del venezolano José Celestino López con las Estrellas de DeNA confirman una tendencia que se ha venido propagando por la NPB durante los últimos 15 años.

 

   La probada experiencia de un jugador en la liga, más que su fama o su potencial para triunfar en la misma, continúa siendo el aspecto más valorado por los equipos japoneses a la hora de buscar y contratar sus refuerzos.

 

   Ese no fue siempre el caso. Durante las décadas de los 60 y 70, a medida que la NPB aumentaba su prestigio como liga, la tendencia de los clubes locales era contratar a peloteros veteranos que ya no podían continuar jugando en las Grandes Ligas.

 

   Su esperanza era que esos peloteros produjeran números decentes por una o dos campañas antes de finalizar sus carreras, ayudaran al equipo a ganar y, sobre todo, que atrajeran muchos fanáticos al estadio debido a su fama.

 

   En algunas ocasiones esas apuestas les arrojaron buenos resultados, pero en la mayoría de los casos el experimento terminó en fracaso. Es por esto que a partir de los años 80 comenzaron a buscar peloteros más jóvenes que, si bien no fueran tan famosos, sí pudieran producir buenos números sobre el terreno a un precio más bajo.

 

   Este método probó ser mucho más efectivo y gracias a él Japón pudo presenciar una primera ola de importados de alta calidad que se quedaron por un tiempo más largo en la liga y se convirtieron en estrellas locales debido a sus extraordinarias actuaciones. Los norteamericanos Randy Bass, Leron Lee, Greg “Boomer” Wells and Warren Cromartie representan los mejores ejemplos de ello.

 

   Para los años 90, los clubes de la NPB empezaron a tomar más riesgos e invertir en peloteros poco conocidos pero con un gran potencial para triunfar en la liga y fue así como las grandes estrellas latinas comenzaron a aparecer de manera más frecuente. El cubano Orestes Destrade, al principio de la década, y el venezolano Roberto Petagine, al final de la misma, constituyen los mejores ejemplos.

 

   Hasta este punto, sin embargo, los movimientos de jugadores importados de un club a otro en el circuito nipón en eran muy poco comunes. Por lo general, un pelotero que llegaba y triunfaba en la liga jugaba con un mismo equipo hasta el final de su estadía en el país, pero eso fue precisamente lo que empezó a cambiar en la década del 2000.

 

   El norteamericano Bill Nishita, que jugó en Japón entre 1952 y 1960, mantuvo en solitario hasta 2009 el récord del extranjero que había jugado con más equipos distintos en la liga: cuatro. Desde entonces, otros tres peloteros foráneos han igualado esa marca: los dominicanos José Fernández y José Ortiz y el estadounidense Brian Sikorski.

 

   Sin ir muy lejos, los venezolanos Alex Cabrera y Alex Ramírez, además del ya mencionado Petagine, jugaron todos con 3 conjuntos distintos durante sus respectivas carreras en la NPB, como también lo hicieron el panameño Fernando Seguignol y lo han hecho hasta ahora el venezolano Aarom Baldiris y el dominicano Tony Blanco.

 

   A esta altura, esa tendencia se ha convertido incluso en una costumbre anual, casi tan arraigada como las fiestas para los fanáticos que realizan los clubes al finalizar cada temporada para agradecerles a los mismos su apoyo durante el año.

 

   Citemos algunos ejemplos recientes para ilustrar mejor el punto. Luego de finalizada la campaña 2010, el venezolano Alex Cabrera pasó de los Búfalos de Orix a los Halcones de SoftBank y su compatriota José Castillo de las Estrellas de Yokohama (hoy Estrellas de DeNA) a los Marinos de Lotte.

 

   En 2011, el venezolano Alex Ramírez abandonó los Gigantes de Yomiuri para firmar con las Estrellas de DeNA y el puertorriqueño Giancarlo Alvarado dejó a los Carpas de Hiroshima para unirse también al roster de DeNA.

 

   En 2012, los dominicanos Tony Blanco y Jorge Sosa y el venezolano Enyelbert Soto salieron todos de los Dragones de Chunichi para pasar a las filas de las Estrellas de DeNA, mientras que en 2013 el dominicano Esteban Germán pasó de los Leones de Seibu a los Búfalos de Orix, su compatriota Wily Mo Peña dejó atrás a los Halcones de SoftBank para firmar también con Orix y el venezolano Aarom Baldiris abandonó la filas de Orix para pactar con DeNA.

 

   Este año, como ya mencionamos, Blanco pasó de DeNA a Orix y López de Yomiuri a DeNA y todavía está abierta la posibilidad de que Peña, que fue dejado en libertad por Orix, firme con otro conjunto japonés y extienda su carrera en Japón.

 

   El punto que queremos enfatizar con todo esto es el gran valor que aporta a un jugador extranjero su experiencia previa en la liga a la hora de buscar un nuevo contrato con otro conjunto del mismo circuito.

 

   La mayoría de los clubes de la NPB poseen ya acuerdos de trabajo con equipos de otras ligas e incluso academias de béisbol en otros países para suplirse de refuerzos cada año, pero a pesar de ello, y como es lógico, su preferencia sigue estando en aquellos peloteros que ya han demostrado con buenas actuaciones que pueden rendir a un gran nivel en Japón.

 

   Este hecho, sumado a las excelentes relaciones personales que varios jugadores latinos han sabido establecer a través de los años, ha sido directamente responsable de la prolongación de sus respectivas carreras en Japón.

 

   El dominicano José Ortiz representa un perfecto ejemplo de ello, luego de disputar nada menos que 9 temporadas en la NPB a pesar de no haber jugado completa ni una de ellas debido a sus recurrentes lesiones.

 

   Incluso en aquellos casos en los que los resultados arrojados sobre el terreno no fueron los mejores o en que los peloteros en cuestión se perdieron una buena parte de la campaña anterior debido a una lesión, los clubes nipones han preferido apostar por ellos a pesar de los claros riesgos que acompañaban sus contrataciones.

 

   El mexicano Edgar González constituye un ejemplo especial en esta categoría, luego de arrojar resultados modestos en 2010 con los Gigantes de Yomiuri y ser contratado a mediados de la temporada 2012 como refuerzo de emergencia por el mismo club, sólo para registrar números similares a los obtenidos en 2010.

 

   Los dominicanos Peña y Blanco también son buenos ejemplos de este punto. El primero se perdió la mayor parte de la temporada 2013 debido a una lesión, pero aun así logró firmar un contrato con Orix para 2014 y además concretó la que probablemente ha sido su mejor temporada como profesional.

 

   El segundo también se perdió una parte considerable de la campaña 2012 por lesión y después de no poder llegar a un acuerdo para renovar con Chunichi firmó rápidamente con DeNA, conjunto con el que completó su mejor temporada hasta ahora en 2013.

 

   Por si eso fuera poco, la misma situación se repitió este año luego de perderse casi la mitad de la temporada por lesión y ser dejado en libertado por DeNA, sólo para firmar con Orix por 2 años más.

 

   En resumen, el buen rendimiento de un pelotero siempre paga sus dividendos y la NPB no es la excepción. Por el contrario, Japón es un país que muestra un respeto único a sus ancianos debido a su sabiduría y experiencia en la vida y resulta gratificante comprobar que dicha costumbre se extiende también al béisbol y a sus veteranos, sin importar que sean extranjeros o no.