El duelo del cubano Cepeda contra la historia

 

   Existe una tendencia que afecta a los jugadores extranjeros que ven acción en el béisbol profesional japonés que rara vez cambia: si no les fue bien en su primer año en la liga, tampoco les irá bien en el segundo.

 

   Aquellos que sí tuvieron éxito en su primera campaña tienen las opciones abiertas para su segunda: les puede ir bien otra vez o les puede ir mal. Pero aquellos que fallaron en el primer intento con casi toda seguridad volverán a hacerlo en el segundo.

 

   Es por esto que la gran mayoría de los importados a los que les va mal en su primera temporada en la NPB nunca son invitados a regresar al año siguiente.

 

   Por diversas razones, algunos equipos sí se toman el riesgo de renovar los contratos de algunos de ellos con la esperanza de que las cosas cambien en el segundo año, pero al final todos terminan dándose cuenta de que el experimento no funcionó.

 

   La historia del béisbol japonés está llena de ejemplos que confirman esta tendencia. Mencionemos algunos recientes que afectaron a peloteros latinoamericanos para tener una imagen más clara de lo que estamos hablando.

 

   Edgar González. El camarero mexicano fue contratado por los Gigantes de Yomiuri en 2010 con la esperanza de encontrar un titular fijo para su posición, que ha sido uno de los puntos débiles del club en los últimos años. Sus números finales (bateó para .263, 12 jonrones y 44 empujadas) no fueron necesariamente malos, pero nunca pudo adaptarse del todo al ritmo de trabajo del conjunto, por lo que fue dejado en libertad a finales de año. Luego, en 2012, el equipo lo firmó como un refuerzo de emergencia a mediados de campaña esperando que de alguna forma las cosas mejoraran con respecto a 2010, pero ocurrió todo lo contrario. El azteca terminó viendo acción en apenas 57 partidos, en los que dejó un promedio de .236, con 4 cuadrangulares y 19 remolques, por lo que fue dejado en libertad a finales de año.

 

   Kelvin Jiménez. El derecho dominicano fue contratado por las Águilas de Rakuten en 2011 con la idea de reforzar su rotación de abridores y a pesar de que vio acción de manera más o menos constante en esa posición sus resultados finales no fueron los esperados. En su primer año en la liga dejó un récord de 1-7 y una efectividad de 3.69 en 63 entradas y un tercio y en su segundo registró una marca de 5-10 y una efectividad de 3.15 en 108 capítulos y un tercio. Fue dejado en libertad tras culminar la temporada 2012.

 

   Hiram Bocachica. El jardinero puertorriqueño fue contratado por los Leones de Seibu en 2008 para reforzar su alineación y a pesar de conectar 20 jonrones ese año nunca pudo ganarse la titularidad en el equipo. En total, bateó para .251, con 20 vuelacercas y 47 empujadas en 78 juegos. A pesar de regresar al conjunto en 2009, nada cambió en términos de rendimiento tras terminar el año con 13 estacazos, 32 remolques y un promedio de .215 en 75 partidos. Fue dejado en libertad al finalizar la campaña.

 

   Luis Alfonso García. El toletero mexicano llegó a las Águilas de Rakuten en 2011 con la esperanza de hacer su carrera en la NPB, pero a pesar de lo mucho que gustó al equipo su personalidad sus números simplemente no fueron suficientes para justificar su continuidad en el roster. Ese año bateó para .261, con 8 jonrones y 34 empujadas en 88 juegos, y en 2012, luego de renovar por una campaña más, bateó para .227, con 7 vuelacercas y 30 remolques en 77 partidos. Fue dejado en libertad tras finalizar esa campaña.

 

   Nelson Payano. El caso del zurdo dominicano es muy curioso, ya que en los dos años en los que vio acción en la liga con los Dragones de Chunichi arrojó buenos resultados: en 2009, registró una efectividad de 2.08 en 34 apariciones como relevista intermedio, y en 2014, la dejó en 2.59 en 23 salidas en el mismo rol. No obstante, nunca logró ganarse un puesto fijo en el grupo de relevistas del club, por lo que en ambas ocasiones fue dejado en libertad a finales de año.

 

   Todo esto nos trae al caso del cubano Frederich Cepeda, quien luego de su decepcionante debut en la liga el año pasado con los Gigantes de Yomiuri acaba de regresar al país a reportarse a los entrenamientos primaverales del club, si bien éste no ha realizado todavía un anuncio oficial acerca de su renovación.

 

   El cotizado toletero llegó a la NPB en mayo de 2014 en medio de un furor mediático por las muchas expectativas que generó su contratación y luego de irse de 3-1 con una empujada en su primer juego todo pareció indicar que cumpliría con las mismas, pero lamentablemente ese no fue el caso.

 

   Sólo fue capaz de mantenerse como titular por 17 partidos, tras los cuales fue cambiado a bateador emergente luego de ver su promedio descender de .333 a .173, si bien disparó 3 vuelacercas y remolcó 11 carreras en ese período.

 

   A partir de entonces, el panorama sombrío sólo fue alterado por una lesión que le restó más tiempo de juego aún y al final lo limitó a apenas 52 partidos, en los que bateó para .194, con 6 jonrones y 18 empujadas.

 

   En realidad, no resulta sorpresivo que ese haya sido el resultado. Para cualquier occidental resulta un reto enorme adaptarse al ritmo de trabajo y estilo de juego del béisbol japonés, más aún para uno sin experiencia previa en otra liga extranjera que llegó a Japón con la campaña ya empezada y además a un equipo tan impaciente como Yomiuri, que vive bajo la presión constante de tener que ganar a toda hora y en todo momento.

 

   Sin duda, el furor mediático que causó su llegada empeoró las cosas, ya que al tratarse de un pelotero tan famoso y cotizado todos esperaban que triunfase de inmediato, sin necesidad de tiempo y práctica para poder adaptarse al circuito.

 

   Sus compatriotas Yulieski Gourriel y Alfredo Despaigne, quienes también llegaron a la NPB el año pasado bajo condiciones similares, tuvieron igualmente sus problemas de adaptación, pero al final ambos lograron superarlos para terminar el año con números muy prometedores.

 

   Lamentablemente, ese no fue el caso de Cepeda, quien fue bajado al conjunto menor de Yomiuri a finales de agosto y dejado ahí hasta el final de la campaña.

 

   Según un artículo de nuestro colega del diario Japan Times Wayne Graczyk, el toletero se quejó en agosto del año pasado de las pocas oportunidades de juego que recibió con Yomiuri.

 

   “Cuando escuché que el club más famoso de Japón me quería yo pensé que iba a jugar todos los días. Yo no soy un bateador de menos de .200, yo siempre he tenido un buen promedio en Cuba cuando me dejan jugar todos los días”, explicó el jardinero.

 

   No obstante, muy pocos jugadores, sean japoneses o extranjeros, tienen la titularidad asegurada en la franquicia más laureada y respetada de Japón, por lo que las quejas del isleño no cambiaron para nada su situación.

 

   Debido a lo decepcionante de la experiencia, muchos pensaron que el pelotero iba a ser dejado en libertad al terminar la campaña, pero por alguna razón el club decidió darle otra oportunidad y lo invitó a regresar este año.

 

   Si bien en esta ocasión tendrá a su favor el hecho de que pudo llegar al país durante los entrenamientos primaverales y, por lo tanto, tendrá más tiempo para prepararse de cara al inicio de la temporada regular, su gran reto este año será revertir la tendencia casi infalible que describimos al principio de esta columna.

 

   Sin duda es posible que lo logre ya que cuenta con el talento suficiente como para hacerlo, pero todo parece indicar que ese no será el caso.

 

   Si no logró adaptarse al estilo particular de los lanzadores japoneses la primera vez, es casi seguro que tampoco lo logre en esta ocasión. Si Yomiuri no tuvo paciencia el año pasado cuando lo vio pasar por una mala racha y lo sentó, lo mismo volverá a ocurrir este año cuando el toletero vuelva a pasar por un mal momento.

 

   Si el club lo bajó a su equipo menor cuando no tenía suficientes cupos para extranjeros en su roster activo en 2014, lo mismo ocurrirá este año cuando la situación lo amerite y si el manager pensó en algún momento de la campaña pasada que la mejor forma de utilizarlo era como bateador emergente, lo más probable es que la misma idea le pase por la cabeza en esta ocasión.

 

   En palabras del propio Cepeda, al menos que lo pongan a jugar todos los días su promedio no va a mejorar, pero el problema es que para poder jugar a diario tiene que batear bien desde el principio y mantener ese nivel constantemente, cosa que no podrá lograr salvo que pueda ver acción todos los días.

 

   Debemos aclarar que no estamos poniendo en duda su talento como jugador, sino su capacidad de adaptación a la liga y, sobre todo, la paciencia de Yomiuri para darle las oportunidades que necesita para triunfar.

 

   Resulta incluso sorpresivo que el jugador haya aceptado regresar al club sabiendo, precisamente, que nada va a cambiar en relación al tiempo de juego que recibirá este año, pero como la decisión no depende de él sino de la Federación Cubana de Béisbol es probable que se encuentre atrapado en una situación de la que no tiene escape.

 

   De haber tenido la oportunidad, hubiese sido más sensato rechazar la oferta de Yomiuri y tratar de firmar con otro equipo japonés que sí pudiese garantizarle jugar todos los días, pero volvemos a lo mismo, lo más probable es que esa decisión no esté en sus manos.

 

   Sólo queda esperar para saber cómo le irá al cotizado toletero cubano este año en la NPB, pero de acuerdo a lo que nos ha enseñado la historia de la liga hasta ahora lo mejor es que no nos hagamos muchas esperanzas. Lo más probable es que nada cambie con respecto al año pasado.