En apenas su primera temporada como manager, el venezolano Alex Ramírez volvió a hacer historia en la NPB, tal como lo había hecho anteriormente como jugador en las 13 campañas que disputó en la liga entre 2001 y 2013.
En primer lugar, por convertirse en el primer manager latino en la historia del circuito. Luego, por convertirse en el primer estratega en clasificar a las Estrellas de DeNA a la postemporada de la Liga Central y, por último, por convertirse en el primer dirigente en llevar al club a ganar tanto un partido como una serie de playoff.
Todo eso se dice fácil y rápido, pero no resulta nada sencillo lograrlo. La NPB ya le había dado la oportunidad a varios managers extranjeros en el pasado, varios de los cuales tuvieron actuaciones muy destacadas, pero todos ellos habían sido estadounidenses hasta ahora.
Los Estados Unidos y Japón tienen ya 144 años de historia en términos de colaboración e intercambio en materia de béisbol, por lo que hace falta contar con un candidato muy especial para poder convencer a los dueños de los clubes nipones de contratar a un dirigente que no sea de esa nacionalidad.
Como mínimo, dicho candidato debe haber visto acción como jugador en la liga en el pasado, hablar japonés decentemente y contar con el respeto y la admiración de jugadores, fanáticos, clubes y hasta periodistas locales para poder tener posibilidades reales de ganarse el puesto.
El cubano Roberto “Chico” Barbón, el primer latino en jugar en la NPB entre 1955 y 1965 y quien cumple con todos los requisitos mencionados anteriormente, fue por un tiempo el manager del equipo filial de los Bravos de Hankyu (hoy Búfalos de Orix), pero nunca llegó a sostener esa posición al máximo nivel del circuito.
Así mismo, otros hispanos que pasaron por Japón desde entonces y lograron registrar largas y exitosas carreras en ese circuito, como el panameño Dave Roberts, el puertorriqueño Arturo López, el venezolano Robert Marcano y el cubano Orestes Destrade, nunca recibieron la oportunidad de ser managers, a pesar de contar con todo lo necesario para cumplir ese rol.
El caso de Ramírez, sin embargo, es muy especial. No sólo se trata del único extranjero en sumar 2.000 imparables en su carrera en la NPB y en ser admitido al prestigioso Meikyukai (Club de los Jugadores Extraordinarios), sino además de un jugador que logró establecer marcas muy importantes en la liga.
En 2010, por ejemplo, se convirtió en el único jugador en la historia del circuito en sumar 8 temporadas consecutivas con 100 o más carreras empujadas, mientras que en 2013 pasó a ser el segundo más rapído en llegar a los 2.000 hits de por vida, sólo superado por Tetsuharu Kawakami, “el dios del bateo” de Japón.
Adicionalmente, posee la octava racha más larga de partidos disputados de manera consecutiva en la historia del circuito (985) y también se trata del único pelotero en la historia en ganar el premio al Jugador Más Valioso del mes con 3 equipos distintos.
Si a todo esto le agregamos su positiva y agradable personalidad y el hecho que se trata de una de las figuras más populares del béisbol japonés, entonces no cabe duda que sería muy difícil conseguir a un candidato con mejores calificaciones para convertirse en el primer manager extranjero no estadounidense en trabajar en la NPB.
Quizás el aspecto más importante de su candidatura fue que él deseaba con ansias asumir ese rol y se dedicó arduamente a buscarlo y a promocionarse a sí mismo, incluso antes de retirarse como jugador, para obtenerlo.
Tal fue la solidez de su curriculum que apenas un año después de haberse retirado como jugador y de un breve paso los Búfalos Orix como consejero de bateo, logró su cometido. Recibió el llamado de DeNA para tomar las riendas del conjunto y no dudó en aceptar la invitación.
La tarea que tenía por delante no era nada sencilla. DeNA es, incluso hoy, la peor franquicia de la NPB en lo que a resultados se refiere. Se trata del equipo con el peor récord histórico de la liga y el que más veces ha terminado en el último lugar de la tabla de posiciones.
De hecho, en las 8 campañas previas a la llegada de Ramírez el club había ocupado el último lugar de la clasificación de la Liga Central en 6 ocasiones y terminado penúltimo en las otras dos.
No obstante, el criollo asumió la tarea con entusiasmo y se dedicó desde el primer momento a cultivar el positivismo en la mente de sus jugadores y entrenadores, a quienes ya conocía muy bien porque había trabajado con ellos en el pasado como jugador.
Su comienzo fue muy accidentado, ya que el equipo no hizo sino perder durante el primer mes de la campaña y eso de inmediato lo convirtió en el centro de todas las críticas. Más de uno, incluyendo a sus propios asistentes, se preguntó si estaba capacitado para el cargo.
Sin embargo, él no cedió a la presión. Se concentró en mantener siempre su actitud positiva y al mes siguiente logró enderezar el rumbo del equipo y sentar las bases de la exitosa campaña que terminó por registrar.
Por primera vez en 12 campañas logró colocar al equipo en la parte alta de la tabla del circuito y además clasificarlo a la postemporada por primera vez en su historia. Ese hecho, por sí solo, hubiese sido suficiente para considerar su debut en el banquillo como exitoso, pero él decidió no conformarse con eso sino seguir luchando para llegar lo más lejos posible.
Fue así como debutó con una convincente victoria en la primera ronda del playoff de la Liga Central, en la que se enfrentó a su ex equipo Gigantes de Yomiuri. Si bien perdió el segundo juego por la mínima diferencia, logró ganar el tercero en extra innings para eliminar a Yomiuri y cosechar su primer triunfo en una serie de postemporada.
Lamentablemente, las cosas no le salieron igual de bien en la ronda final del playoff ante los Carpas de Hiroshima, en la que fue blanqueado en los dos primeros juegos. No obstante, logró ganar el tercero y anotar 7 carreras en el cuarto.
Al final cayó eliminado, pero la impresión que dejó en su primera campaña al mando del equipo fue tan positiva que ha llenado de esperanzas tanto a los fanáticos del mismo como a los críticos en general, ya que las cosas prometen mejorar mucho en el futuro.
Luego de la derrota ante Hiroshima, lo primero que dijo en sus declaraciones a los medios fue que ahora lo que le queda es construir sobre el éxito que obtuvo en su primer año y en eso tiene toda la razón.
DeNA es un conjunto plagado de talento joven que cuenta con el potencial para llegar a lo más alto de la NPB en los próximos años. Yoshitomo Tsutsugo, líder jonronero y de carreras empujadas de la Liga Central este año, apenas tiene 25 años.
Esa es la misma edad con la que cuenta su prometedor campo corto Toshihiko Kuramoto, mientras que su jardinero central y primer bate Masayuki Kuwahara apenas tiene 23.
Los zurdos Shota Imanaga y Kenta Ishida, dos de los abridores más consistentes que tuvo el club esta temporada, también tienen 23 años cada uno, mientras que sus abridores más veteranos, Shoichi Ino y Shun Yamaguchi, apenas cuentan con 30 y 29 años, respectivamente.
Si a ellos se agrega el talento de veteranos como José Celestino López (33) y Guillermo Moscoso (33), más los nuevos refuerzos extranjeros que pueda contratar el equipo durante el invierno, entonces la mesa estará servida para más triunfos en el futuro.
Al momento de ser anunciado como el nuevo manager de DeNA, Ramírez declaró que su objetivo principal es ganar un título con el equipo y esa ambiciosa meta podría estar más cerca de lo que parece.
